En la encrucijada
Por María Boronat

El mercado es, sin duda, uno de los mejores espejos para ver la cara de un barrio. Si miramos el del distrito de Sant Gervasi descubriremos fácilmente que la clientela es “pija, nena, muy pija”. Así la define Camilo Camps desde atrás de uno de los 250 mostradores del mercado de Galvany.

Construido en 1868, el mercado es considerado un monumento artístico modernista. Las paradas están repletas de alimentos de primera calidad, dispuestos a saciar los paladares más exquisitos. Muchas familias hacen su compra por teléfono, algunas envían a sus criados, otras se desplazan hasta el mercado en sus Mercedes y pagan con billetes de grandes denominaciones.

Históricamente, poca identidad conserva Sant Gervasi de cuando era un pueblo independiente de la ciudad y los barceloneses tenían por aquí sus residencias de veraneo. A mediados del siglo XIX experimentó un importante crecimiento que trajo consigo la urbanización de los campos y la mejora de las comunicaciones con Barcelona. Así, poco a poco, se fue acercando a la metrópoli hasta adherirse a ella en 1897. Hace ya más de 50 años que este distrito está en el corazón de la noble zona oeste de la ciudad condal.

Claro que el oeste de Barcelona ha ido extendiéndose en este tiempo y buena parte de la exclusividad de su población se ha mudado a Pedralbes, ha subido por la Avenida Tibidabo y ha superado los límites de la capital. Pero la burguesía catalana, que ha hecho de Barcelona  lo que hoy es, sigue mandando en un barrio que Leire Pinyol no cambiaría por nada: “Esto es de lo mejorcito de Barcelona, aquí hay mucha tranquilidad y la calidad de vida es excelente”.

Pero los robos acaecidos últimamente y el vandalismo detectado en la plaza Joaquín Folguer están generando diferentes opiniones. “Las cosas aquí están cambiando. Yo antes no tenía miedo pero ahora sí, este barrio ya no es lo que era”, comenta asustada Belén, residente en la calle Muntaner.

Tal vez Sant Gervasi está en la encrucijada: las ventajas de ser ahora una zona “céntrica” han traído el principal de los problemas vecinales: el túnel de Mitre. Hace ya años que los vecinos reclaman al Ayuntamiento que se cierre el túnel para convertirlo en zona peatonal. “El túnel provoca muchos accidentes y genera cantidad de ruidos. Llevamos tiempo luchando para que se ejecute esta obra, recogiendo firmas, manifestándonos, pero nos tienen abandonados”, afirma rotundo Albert Paluzie, Presidente de la Asociación de vecinos de Sant Gervasi.

De lo que no se pueden quejar los vecinos es del comercio. Miles de tiendas distribuidas por las principales avenidas convierten Sant

Gervasi en una importante zona comercial: exclusivas tiendas de ropa, zapaterías, muebles de diseño, pastelerías suculentas son algunos ejemplos de los establecimientos del barrio. “Aquí hay más tiendas de ropa que en L´Eixample y más del 50% de nuestros vecinos compra en el distrito”, según Salvador Albuixech, Presidente de la Asociación de comerciantes.

También hay visitas obligadas en Sant Gervasi. La mano del genial arquitecto Antoni Gaudí llegó hasta esta zona alta de la ciudad y se encargó del Colegio de las Teresianas y de la Torre Bellesguard, antigua residencia de veraneo de Martín el Humano, el último monarca catalán. Ambos edificios son joyas en el barrio, aunque la mayoría de los vecinos poco caso les hacen, al menos durante los fines de semana, cuando Sant Gervasi parece el desierto de Arizona. Si aquí veraneaban los pudientes burgueses del XIX, sus descendientes viven de lunes a viernes y escapan hacia las segundas residencias hasta el domingo por la tarde. “El barrio los fines de semana es una balsa de aceite” dice Salvador.

Quienes no faltan a la cita cotidiana con el paseo son esas parejas que se han convertido en las más numerosas: jóvenes empleadas del hogar, casi siempre inmigrantes, del brazo de gente mayor o recogiendo niños a la salida del colegio. Caminando entre ellas, en un balcón, se ve colgado el cartel de un piso en venta. Quien pregunta por el precio descubre que  83 metros cuadrados cuestan 763,000 euros. No se sorprenda y perdone las molestias, es que el piso está en Sant Gervasi.