Homenaje a la memoria
Por Ferran Climent

El pasado día 14 de octubre se celebró, en el barrio de Sant Andreu de Palomar, un homenaje a Jordi Martínez de Foix (1957-1978). En el acto, organizado por la Assamblea de Joves de Sant Andreu, se leyó una breve biografía del desaparecido. Tras ello se realizó una marcha con antorchas por el barrio que vio crecer a Jordi.

La vida de este barcelonés estuvo muy ligada al activismo político y a un momento histórico muy determinado: la transición hacia la democracia. Eran años de intensa participación. Así, Jordi Martínez de Foix pasó a formar parte del PCE, Partido Comunista de España, a los quince años. Se convirtió entonces en un gran defensor del trabajo de base.

Para muchos, su discurso se fue radicalizando y con él sus medios de lucha. Su militancia fue en aumento y cada vez se encontraba más vigilado por la policía. Incluso llegó a sufrir algún registro domiciliario y en diciembre del 77, en una manifestación en contra de los Pactos de la Moncloa y la Constitución, resultó herido de bala.

Las armas de la Policía Nacional no pudieron con él. Pero su propio activismo se reveló en su contra. Murió, ese mismo año, mientras preparaba unos explosivos que iban a ser utilizados en un acto que conmemoraba el fusilamiento de Lluis Companys, presidente de Catalunya durante la Segunda República.

Éste no es un caso aislado. La lucha por los ideales y la igualdad siempre ha estado presente en esta barriada barcelonesa. Sólo hay que remontarse 30 años entre el nacimiento de Jordi Martínez de Foix (1957) y la muerte de Ignasi Iglèsias (1928), dramaturgo y poeta.

El denominado en Sant Andreu como ‘poeta del pueblo’ nació en 1871, año en el que el entonces municipio no formaba parte de Barcelona por ningún real decreto. Iglesias creció y vivió en un ambiente marcado por la fuerte industrialización y el crecimiento del mundo obrero.

Debido a que Sant Andreu fue uno de los barrios con mayor implantación de la industria textil y ferroviaria de toda España nacieron dos de sus obras: Els vells (1903) y Les Garses (1905), dos piezas con un marcado acercamiento  al mundo del proletariado.

El dramaturgo y poeta estuvo siempre muy ligado a su barrio. Partidario de acercar la cultura al pueblo, creó varias compañías independientes de teatro en Sant Andreu. El barrio no le olvida y hoy la biblioteca del distrito, una escuela y un centro de estudios llevan su nombre con la intención de mantener vivo su recuerdo.

En los convulsos años en que vivió Iglesias, la agitación social en la que se encontraba Barcelona, se hizo sentir en Sant Andréu. La parroquia del barrio y ‘el Convent de les Maristes fueron quemados durante la Semana Trágica. Ésta no es la única revuelta histórica con origen en este barrio. La de Els Segadors, que hoy da nombre al himno catalán, también partió de estas calles.

Llama la atención en el Sant Andreu actual la gran cantidad de asociaciones de la sociedad civil, de tal manera que el visitante puede encontrar en algunas calles, como la calle Bascònia y la calle del Segre, hasta seis sedes de colectivos diferentes. Algunas son tan curiosas como el Col.lectiu Anarko-Punk de Sant Andreu i Nou Barris, pero L’Associació de Veïns de Sant Andreu-Palomar es la más importante porque fue una de las primeras organizaciones vecinales de Barcelona.

El Sant Andreu actual se mantiene fiel a una tradición centenaria: organización, participación y defensa de lo propio. Incluso muchos andreuencs consideran pertenecer a un pueblo y no a la capital condal, tal y como muestra la frase “anar a Barcelona” que pronuncia Juli Arrufat, vecino de Sant Andreu, cuando sube al metro y recorre seis paradas para llegar a Plaza Catalunya. La gente que vive en el distrito número 9, que antes lo hizo en un pueblo con ayuntamiento propio, lucha por no olvidar de dónde viene, lucha por no perder sus orígenes porque, parafraseando al cantautor valenciano Raimon, quien lo hace pierde su identidad.