Y es que el
sábado es el día más importante
para quienes ahí poseen su lugar de sustento,
pues -según dicen casi a coro- durante
aquella media jornada, cuyo horario de atención
a público es de 9 a 14 horas, venden
el doble que cualquier otro día de la
semana.
“Los sábados me levanto poco antes
de las 4 de la madrugada, pues tengo que estar
acá a las 5 para tener todos los productos
listos para la gran cantidad de clientes que
habitualmente vienen durante este día”,
declara Manuel Torres (59), quien atiende en
la carnicería “Ma.Do.Mi.Da.”.
Don Manuel lleva ya un buen tiempo despertándose
al alba los sábados, pues se encuentra
próximo a cumplir 34 años trabajando
en el Mercat del Besòs, casi los mismos
que tiene el establecimiento construido en 1968
y que fue reformado en 1990, 1997 y 1998.
“Es un día que espero toda la semana,
ya que -más allá del aumento de
las ventas- aquí se vive un ambiente
muy especial los sábados, lleno de alegría
y color”, añade Torres.
Y tal como lo manifiesta este carnicero, se
trata de una jornada muy singular, repleta de
personas que, tirando del habitual carrito con
ruedas, llega en masa a comprar de todo lo que
esta feria tiene para ofrecer, entre lo que
se cuentan productos avícolas, tocinería,
embutidos, carnes de cerdo y ternera, congelados,
frutas, verduras, legumbres, cereales, pescados
y mariscos, pesca salada, conservas y víveres;
y agregándose también un par de
bares en el lugar.
“La gente de aquí no nos falla
los sábados, llueva o truene, porque
este día el barrio de Besòs gira
en torno a su mercado. Y nosotros siempre estamos
preparados, desde mucho antes que se abran nuestras
puertas, para recibir a los clientes como ellos
se merecen”, sostiene María Luisa
García (55), del puesto “Plátanos-Tomates”,
quien lleva 11 años trabajando aquí,
y a los que suma otras 30 temporadas en que
se desempeñó en el Mercat de la
Guineueta, ubicado en Nou Barris.
En tanto, con respecto a la gente
que acude a este sitio desde otros puntos de Barcelona,
la aparente cuota de marginalidad que posee el Besòs tampoco parece ser factor a la hora de espantar a los
consumidores, quienes se mueven con confianza dentro
de la estructura de casi tres mil metros cuadrados.