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Casa de la Muntanya: una
okupación polémica
Por Carlos Carvallo
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En el barrio de La Salut, ubicado en
el distrito de Gracia, justo entre el Parc Güell
y la Travessera de Dalt, se encuentra el edificio conocido
como la Casa de la Muntanya, que fue construido como
cuartel de la Guardia Civil por encargo de la familia
Güell en 1909.
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Eusebi Güell, propietario de la casa,
cedió su uso bajo la condición
de que al término de éste, fuera
devuelto al donante o a sus herederos. Cuando
la Guardia Civil dejó las instalaciones
en el año de 1983, el inmueble pasó
a manos del Ministerio de Hacienda, situación
contraria a lo estipulado previamente por Güell.
Debido a que
el ayuntamiento de Barcelona abandonó la
propiedad, ésta fue habitada por un grupo
de personas pertenecientes al movimiento okupa,
-ideología que comparten algunos jóvenes
y que consiste en tomar edificios y lugares deshabitados
para vivir en ellos-, situación que ha
causado polémica entre los habitantes de
la casa, la alcaldía de Barcelona y los
vecinos del barrio.
El Ministerio de Hacienda quiso recuperar la propiedad
y solicitó en julio del 2003 el desalojo
de la Casa y de todos sus habitantes, petición
que fue ignorada por los jóvenes okupas.
A lo largo de este tiempo muchas personas han
vivido en ese lugar, haciéndolo suyo, siguiendo
sus propios ideales de resistencia, de defensa
del derecho a una vivienda digna; de independencia
y lucha contra lo establecido, contra la nueva
política económica e inmobiliaria.
Aseguran que la casa les pertenece y no piensan
dejarla.
Al llamar a la puerta de la Muntanya buscando
información para conocer más a fondo
el pensamiento y modo de vida de los okupas, abre
Marisa, de 27 años. De manera cordial y
atenta, proporciona datos y bibliografía
en internet para conocer el movimiento okupa y
el misterio que los rodea. “Damos información
a la gente que se acerca a la Casa. Pensamos que
es mejor que primero se documenten sobre el tema,
para que después no lleguen con prejuicios
y le saquen el mayor provecho a la conversación
que puedan tener con nosotros”, explica.
A simple vista, la construcción provoca
la sensación de estar frente a un lugar
interesante, misterioso y distinto. En una de
las paredes laterales se observan imágenes
creativas y coloridas que comunican parte de la
ideología de sus habitantes: dibujos sobre
la resistencia, consignas para la defensa de la
casa y en contra del ayuntamiento de Barcelona.
En la parte superior se ven antenas que posiblemente
sean para aparatos de comunicación. En
el frente cuentan con un altavoz colocado en la
parte más alta y medidas de
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seguridad como cables con picos. Las ventanas están
protegidas por gruesos metales. Con todo esto, desde
el exterior es prácticamente imposible ver
lo que hay dentro.
La entrada principal está cubierta por todo
tipo de panfletos de propaganda. Al leerlos, uno puede
darse cuenta de que los habitantes mantienen una actitud
crítica frente a las autoridades y que luchan
por lo que piensan que es suyo. Dan la impresión
de estar organizados de manera efectiva, ya que han
realizado diversas manifestaciones en la ciudad para
demostrarle a la alcaldía de Barcelona y a
la sociedad que si quieren desalojaros la tarea será
complicada.
Los okupas y las autoridades del ayuntamiento de la
capital catalana han tenido diversos enfrentamientos
a lo largo de los años, en los que han resultado
heridos tanto jóvenes como policías.
Los miembros pertenecientes a este movimiento exigen
vivienda digna para todos, y argumentan que los elevados
precios de los inmuebles hacen que prácticamente
sea imposible hacerse con uno.
De hecho, las negociaciones para llegar a un acuerdo
satisfactorio han estado estancadas desde hace algunos
meses, por lo que los jóvenes siguen viviendo
en la Casa de la Muntanya y el conflicto sigue sin
resolverse.
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