Tenacidad numantina
Por Marta Parreño

Si hay una palabra que defina numerosos capítulos de la historia de Bon Pastor, ésa es sin duda la de “lucha”. Desde sus inicios, el barrio ha debido superar problemas y dificultades de todo tipo, los que han ido resolviéndose principalmente gracias al esfuerzo de sus vecinos y a una conciencia social que han hecho que Bon Pastor pasara de ser un suburbio a un barrio más de la ciudad de Barcelona.

Limitando con el río Besòs y flanqueado por un polígono industrial, la Ronda y las vías del tren, Bon Pastor ha sido siempre un barrio olvidado y arrinconado; un ‘cul de sac’ donde actualmente conviven hasta 11.000 personas de muy diferentes procedencias y culturas.

Barreras naturales que le aíslan del resto de la ciudad, dos bombardeos durante la guerra civil, viviendas de protección oficial que apenas reúnen las condiciones básicas para vivir, un alto índice de paro y pobreza, inmigración, conflictos entre diferentes culturas, delincuencia...  son algunos de los handicaps que el barrio ha ido superando estoicamente y de los cuales todavía hoy quedan algunos vestigios.

El de Bon Pastor es uno de esos pocos lugares de Barcelona en los que todavía puedes tener la impresión de estar en un pueblo. Uno de los grandes motivos de ello son las Casas Baratas, núcleo a partir del cual se originó el actual Bon Pastor y cuya desaparición está muy próxima debido a un plan de remodelación del barrio mediante el que todas esas pequeñas casitas de colores con jardín serán sustituidas por bloques de viviendas con todas las comodidades de las que ahora carecen.

Luis Palacio de Los Santos tiene 60 años y lleva más de 30 viviendo en una de esas viviendas. Él, junto con el 70% de los vecinos, está de acuerdo con el plan de remodelación. “Yo tengo mi casa bien “montá” pero tengo que estar pintando, arreglándola. En verano te asas de calor, en invierno hace frío... y si la quieres tener bonita tienes que estar continuamente gastando dinero”.

Sergi Pujalte, Conseller Tècnic del Districte de Sant Andreu, nos habla también de los inconvenientes que esconden esas preciosas casitas tras sus puertas : “Si das un paseo por las Casas Baratas verás que eso de vivir en una planta baja con jardín está muy bien, pero que en cambio han de tener las tapas de las tuberías cubiertas con maderas por el olor y las ratas”.

Ahora, en las Casas Baratas la gente sale a la puerta con una silla a tomar el aire hasta las tantas de la madrugada. Todos se conocen, todos se saludan y convierten el barrio en un pequeño pueblo que por unos instantes puede parecer alejado de la gran ciudad. Con un acento andaluz que todavía conserva, Luis Palacio

dice que “esta es una barriada donde nos conocemos todos, quitando la inmigración que ha llegado ahora. Porque yo me siento en mi puerta ahí en el tiempo de verano, son las 2 de la noche y todavía estoy en mi puerta y pasa la gente y te saluda... Nos conocemos todos. Ya sabemos de qué pie cojea cada uno”.

Además del característico aspecto de pueblo de Bon Pastor, cuya personalidad y autenticidad se respira en cada uno de sus rincones, el barrio está totalmente levantado, con todo el sentido de la palabra. Las obras del metro, que después de 15 años de lucha llegará a Bon Pastor; la primera fase de remodelación de viviendas; el parking que están construyendo al lado de la parroquia, y una calle Sas totalmente levantada han convertido el barrio en una auténtica carrera de obstáculos para los vecinos, que se mueven a diario entre grúas, excavadoras y montones de tierra sacada de las entrañas de su barrio.

Pero no es algo que parezca molestarles, sino todo lo contrario, pues llevan mucho tiempo esperando todos esos cambios que justo ahora se están produciendo. “Va a quedar una barriada muy guapa y la persona que pase por aquí en 2010 no va a conocer el Buen Pastor”, afirma Luis Palacios.