Con riqueza autóctona y étnica
Por Carla Coolman

Miradas expresivas iluminan los diferentes rostros de múltiples tonalidades. Rostros que pintan un barrio dándole vida y cuyas calles son recorridas por personas de orígenes diferentes. No son turistas conociendo Barcelona, sino inmigrantes que ahora comparten un pedacito de la ciudad, casi triangular, con ancianos oriundos del lugar.

El Poble Sec está enclavado entre la montaña de Montjuic, el puerto, la Calle de Lleida y la gran Avenida del Paral.lel. Desde su surgimiento, el barrio no ha perdido los elementos que lo han caracterizado. Un aspecto humilde, un ambiente comunitario, que está en decadencia pero todavía existe, y un entorno de parques son los elementos que aún se conservan. Sus transformaciones morfológicas no han sido de gran magnitud. Al pasear por las calles estrechas del barrio, algunas elevadas porque están al pie de la montaña, se aprecian edificios antiguos, comercios pequeños, bares, restaurantes familiares y áreas públicas, en las que la comunidad española convive con un sinfín de personas provenientes de diversos países del mundo.

El Poble Sec es bastante pueblo, la gente todavía se conoce entre ella y conserva ese sentimiento comunitario. El barrio tiene tradiciones de siempre, como la Fiesta Mayor con su famoso desfile de gigantes, grupos como los Castellers, los Diablos, los que juegan ajedrez, un equipo de fútbol. Sobreviven también dos sociedades corales. Enric Mestres, coordinador de la publicación ZONAsec dice que, a pesar de todas estas tradiciones, “hay una cosa curiosa: si tú te vas a cualquier sitio de España y preguntas por el Poble Sec, es probable que sólo lo conozcan por una cosa, y es porque aquí nació el cantante Joan Manuel Serrat”.

No obstante, a pesar de conservar su esencia, la cara del barrio ha ido cambiando. Se fue desarrollando de una manera fragmentada y accidentada, particularmente en el ámbito urbanístico. Esta metamorfosis irregular y los cambios emanados de ella contribuyeron a que las generaciones jóvenes oriundas de la zona abandonaran su comunidad y a la subsecuente decadencia del barrio. De este deterioro surgió un esfuerzo vecinal para presionar a las autoridades y que éstas rehabilitaran la zona.

La responsable de impulsar la plataforma social  Poble-Sec Per a Tothom, Mercè Andrés, cuenta que “hasta el 2000, la zona había ido envejeciendo, no sólo la parte de la arquitectura, sino el aspecto humano también”. Poble Sec tiene en la zona central viviendas poco acondicionadas, casas estrechas, sin ascensor o agua corriente, o sea, con agua de depósito. “Por esto, la gente más joven se iba marchando del barrio y se iba quedando la gente mayor”, añadió.

Debido a la mala condición del lugar, los vecinos presionaron a las

autoridades hasta conseguir la rehabilitación de su barrio. Esa lucha logró obtener una serie de equipamientos sociales, pero al mismo tiempo apareció una demanda no prevista de servicios sociales para los inmigrantes. Es decir, “cuando el barrio empezaba a ver un resurgimiento, nos encontramos con que se crearon nuevas necesidades que atender debido a la inmigración”, concluyó Mercè Andrés.

De esta situación es de donde derivan muchos retos -la falta de rehabilitación, una población envejecida y las nuevas necesidades sociales creadas a raíz de la reciente inmigración- que para la comunidad son temas preocupantes. La presencia de estos retos se hace vigorosa en el nivel de incivismo reflejado en la falta de limpieza, el nivel de ruido por las noches en zonas residenciales, el aumento de delitos y los problemas de drogas.

A pesar de estos retos, el espíritu del Poble Sec no ha muerto. El devenir histórico de este barrio, desde sus primeros moradores hasta el más reciente acontecer local, es lo que lo hace ser un asiento de una colectividad humana nutrida por inmigrantes. Es así como se puede ver y entender lo que hoy es: un portal idóneo para aquellas personas que llegan en busca de oportunidades para mejorar su vida. Un lugar de riqueza oriunda y étnica donde se descubre un nuevo espacio de Barcelona de colores con tonalidad humilde y global. Cuando se camina por las calles de este barrio se convive con lo establecido y lo inmigrado a la vez, como ocurre con los innumerables edificios de las más disímiles épocas, que siguen ahí, dentro del panorama cultural multiétnico del barrio.