Un mundo diferente a dos pasos de Las Ramblas
Por Nancy Johnson

Para los visitantes de la ciudad de Barcelona, la Plaza Cataluña y Las Ramblas constituyen el origen de cualquier paseo por la ciudad. Miles de personas se mueven todos los días entre estos dos iconos urbanos del centro de Barcelona. Lo que a muchos de estos viandantes escapa es que cerca, muy cerca de todo este barullo turístico, se esconde el que es sin duda uno de los barrios más peculiares de la ciudad condal: El Raval.

Entre el Paral.lel, la Ronda Sant Pau,  la calle Pelayo y las propias Ramblas, se encuentra el barrio del Raval. En el momento en el que se traspasan estas fronteras urbanas que acogen el barrio, se aprecia el choque cultural que supone con respecto al resto del centro de la ciudad.

Hablando con Nuria Aparicio, encargada de los asuntos de prensa de la Fundación Tot Raval, aparece la expresión “éste es otro mundo” , y es precisamente esa sensación la que se presenta en primer momento cuando te adentras en el barrio. Esta afirmación, junto con la de “estamos trabajando para que este barrio no sólo sea un lugar de paso para los vecinos, sino que se empiece a crear un sentimiento de pertenencia al Raval” , nos da una idea de la manera en la que éste puede estar configurado, y es que en el Raval la gran mayoría de la población es inmigrante.

Por sus estrechas calles caminan marroquíes, filipinos, indostaníes, ciudadanos de la Unión Europea y de la República Dominicana, que constituyen el grueso de las nacionalidades que conviven en el barrio. Todos ellos contribuyen a que se  configure una personalidad especial.

Es gente que viene en busca de trabajo, de algo que les ayude a sobrevivir. El distrito de la Ciutat Vella, y el barrio del Raval en particular, es el lugar donde más detenciones se efectúan de toda la ciudad de Barcelona, según los Mossos d’Esquadra.

Un ejemplo claro de que la inmigración es sin duda alguna la característica más candente del Raval es  el Instituto de Bachillerato Miquel Tarradell, que tiene  muy pocas similitudes con el resto de centros de enseñanza de la ciudad, porque, como indica Núria Aparicio, “prácticamente cada niño necesita un maestro para él”.

Se trata de un centro con 380 alumnos donde el 80% son inmigrantes, que tiene un nivel de absentismo escolar muy elevado, y en el que el trabajo por la integración resulta mucho más importante que el propio trabajo por la educación, ya que muchas de las incorporaciones del instituto se producen con el curso ya empezado. Los profesores tratan continuamente de controlar las muchas, demasiadas, peleas que él se producen. Pero también sorprende ver cómo muchos de estos niños de 23 nacionalidades diferentes, utilizan el catalán para comunicarse entre ellos.


Todos estos datos así ordenados configuran un panorama alentador de un barrio que parece destinado a convertirse en gueto. Pero es justo aquí donde el Raval sorprende, y quizá por su céntrica ubicación, que convierte su propia degradación en valor de atracción, nos recuerda a cómo Toulouse-Lautrec convertía a simples prostitutas en musas de inspiración. Después de varias iniciativas del ayuntamiento para su regeneración, como la ubicación del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) en la plaza de los Ángeles o  la apertura de la Rambla del Raval, este barrio ha pasado a convertirse también en lugar de reunión y de compras para muchos habitantes de la ciudad, en su mayoría jóvenes.

Se celebran gran cantidad de festivales de música, gastronomía,  moda, o cine, muchas veces gestionados por la gran cantidad de asociaciones del barrio y que están poco a poco consiguiendo que esta zona de Barcelona no solamente se conozca por su pobreza.

Cantidad de terrazas se acumulan en la rambla del Raval, a lo que tenemos que añadir el mercadillo que todos los fines de semana toma la Rambla con puestos de ropa de diseñadores poco conocidos, en el que te puedes parar y sentarte a disfrutar de un té con tus amigos.   

El Raval es sobretodo un lugar de contrastes, donde parece inevitable no sacar la cámara de fotos para capturar cualquier cosa que en ese momento este pasando.