A principios de los 70, un grupo de jóvenes ligados a la política se reunieron con la idea de crear una organización reformista de centro. Su principal impulsor Manuel Fraga, creó en 1976 la Alianza Popular, que trece años más tarde se convertiría en lo que hoy se conoce como Partido Popular.

Según sus propias declaraciones, publicadas en la página oficial, el PP se define como “una formación política de centro reformista al servicio de los intereses generales de España, que tiene a la persona como eje de su acción política y el progreso social como uno de sus objetivos”. Treinta años después el Partido Popular, se ha transformado en el mayor grupo político de oposición de España.

(Foto:Melisa Silva Franco)

Sus líneas se despliegan actualmente en el marco de la política occidental, en la Unión Europea, y muy cercano también a las posiciones de los republicanos de EE.UU.

Su programa para las elecciones general del 9 de marzo señala los proyectos políticos estratégicos en materias económicas, de exterior y militar. Así como también los planes de política interior,  la lucha contra el terrorismo,  la reglamentación de la inmigración y  las políticas de ayudas a las familias.

La carta más importante del programa electoral parece ser la lucha contra el terrorismo, pidiendo un refuerzo de las fuerzas policiales, la no prescripción de los delitos terroristas y la inclusión de ETA dentro la lista internacional de organizaciones terroristas.

La política exterior sigue siendo uno de los rasgos más característicos del PP. En práctica, se seguirán las líneas estratégicas signadas en el periodo de José María Aznar. Esto es el aspecto que diferencia este partido de su mayor adversario y también de sus orígenes. Los partidos conservadores y de centro-derecha nacidos tras el fin del franquismo estaban marcados por un rechazo a la política atlántica de EE.UU. y de los principales partidos europeos. Con el liderazgo de José María Aznar en el 1989 se produjo una modernización de la ideología del partido, que dejó definitivamente esta herencia del franquismo.

Sin embargo, este aspecto se refiere a las relaciones internacionales, porque en el programa electoral mantiene una línea dura frente a la inmigración. “Fortaleceremos el control de la frontera de nuestro país mediante nuevos efectivos altamente especializados, dotados de todos los medios necesarios”, se lee en la página 47 del programa electoral. Además en las últimas declaraciones de Rajoy se propugna la utilización de herramientas como un “contrato” de integración a la “cultura española”, sin especificar lo que se entiende con esta expresión.

El carácter de derecha de este partido se evidencia en el tema del empleo. El primer objetivo es la flexibilidad, a través de una “agenda de reformas del mercado de trabajo” y con la reforma del Estatuto de los trabajadores “para adaptarlo a la realidad social y económica de nuestro tiempo” (p. 41). En coherencia con todos los otros partidos de centroderecha europeos, la modificación del mercado laboral, con una mayor libertad para las empresas, es una de las propuestas más importantes de reforma económica del PP.

Frente a las pulsiones centrífugas de algunas comunidades autónomas, el PP apuesta por la consolidación del castellano en todas las comunidades autónomas. Además de promover el desarrollo del aprendizaje del inglés, plantea programas de estancias al exterior para los estudiantes.

El desafío que tiene el actual líder del PP, Mariano Rajoy, no es sólo contra el actual Presidente del Gobierno, José Luis Zapatero, sino también hacer frente al recuerdo positivo que dejó Aznar en su electorado. Comparando el programa del PP con lo del PSOE; se puede ver como este último no es sólo una declaración de intentos, sino está llena de datos para dar sustancia a lo que se quiere hacer. Por ejemplo en lugar de una nebulosa “ayuda a la familia” (p. 43), el PSOE quiere “ampliar a 18 semanas el permiso de maternidad por segundo hijo y a 20 por el tercero”.

Cuando Aznar, actual presidente de honor del PP estaba sentado en la Moncloa, logró el cumplimiento de los requisitos del tratado de Maastricht, de las peticiones de la UE, como la liberalización de las empresas estatales. En el frente interno alcanzó la disminución de víctimas de ETA y una estabilidad política a través de acuerdos con otros partidos de centro, aunque de carácter regional (CiU y PNV entre otros).

A finales de los ocho años de gobierno popular hubo una huelga general, fuertes protestas para la guerra de Irak del 2003 y el rompimiento con los principales partidos regionales españoles han deteriorado la imagen del PP a nivel interno y en el exterior.

Hasta el 11 de marzo del 2004, cuando frente a un atentado terrorista en la estación de Atocha en Madrid que causó la muerte de 191 personas y más de 1.700 heridos, el PP reaccionó acusando a ETA, sin conocer con certeza los autores del delito. Eso ocasionó la indignación de la opinión pública española, que bajó a la calle para expresar su descontento y tres días después castigó al PP en las urnas.

Según el doctor en Historia y profesor en Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona, Pelai Pages, el PP “sigue disponiendo de un peso específico y en las zonas más conservadores de España sigue teniendo hegemonía. Pero para representar a una derecha moderna y europea aún le falta un buen trecho”.

Luego de 4 años en la oposición, el Partido Popular se mantiene siempre a la defensiva juzgando las acciones y decisiones del actual gobierno. Y será entonces, este 9 de marzo, cuando se vuelvan a enfrentar en las urnas el PP y PSOE, Rajoy y Zapatero.