La calle Génova, sede principal del Partido Popular en Madrid, comenzó a recibir a los primeros adherentes hacia las cinco de la tarde, quienes portaban banderas celestes con el logo del partido.

Gritos como "Rajoy Presidente" o "esta es la juventud de España" se oían cada vez con más fuerza. Eran las ocho y el ambiente que se vivía afuera de la sede principal del Partido Popular parecía una verdadera romería.

Camisetas, pulseras, carteles, churros, sangría y chocolate caliente ofrecidas como "cortesía de los anfitriones" amenizaron el frío que se sentía en Madrid.

El ambiente parecía irreal. Mientras la vicepresidente del Gobierno daba el primer escrutinio de la noche, con una notoria ventaja del PSOE, en la calle Génova el público no se enteraba de como estaba el escenario político español, pues las pantallas gigantes continuaban mostrando imágenes de mitínes, y de la campaña electoral de Mariano Rajoy. Veinte minutos más tarde, el panorama cambió, al igual que el rostro de los seguidores del PP.

Mariano Rajoy salió al balcón junto a su emocionada mujer, y su comitiva, mientras unos quinientos asistentes aplaudían pese a la derrota.

Los resultados que obtuvo el PP en Madrid suavizaron el dolor de los seguidores de la oposición, quienes luego del discurso abandonaron la calle Génova sin bajar las banderas que los acompañaron durante varias horas, en esta jornada que les fue adversa por segunda vez.

Noche helada para los populares
por Adriana Ron Pedrique

Los populares catalanes se reunieron en las inmediaciones del Hotel Marina en el World Trade Center de Barcelona, donde esperaron los resultados de la jornada electoral bajo un ambiente frío como la noche.

Los pocos militantes, en camisas naranjas y jersey a cuadros, caminaban nerviosos por los pasillos del hotel. Otros en cambio decidieron aprovechar la ocasión y disfrutar de la gastronomía del lugar. Pero lo cierto es que en las miradas de todos los asistentes se traducía una derrota que ya era esperada.

Los acomodados asistentes disponían de sus radios portátiles, y mientras conversaban entre ellos, escuchaban no sólo los boletines informativos, sino la carrera de Moto GP. Los nerviosos fumadores salían y entraban del recinto para calmar los nervios. A la vez que los periodistas recorrían de un lado a otro los salones

Cuando apareció Dolors Nadal y Daniel Sirera en el lobby del hotel, los contados seguidores aplaudieron con poca efusividad. “Aquí no hay nada que celebrar” decía un joven mientras se quitaba la pulsera del PP de la muñeca. “Ahora sí que este país se fue al cipote” comentó una señora mayor mientras pasaban los candidatos.

Los periodistas se empujaban entre sí tratando de buscar las mejores tomas, mientras Nadal y Sirera entraban a la sala de prensa para dar su discurso, el cual sonó ensayado y meditado. Terminada la locución algunos reporteros hicieron sus preguntas se empezaron a recoger las decenas de cables y equipos de cámaras. Al salir de la sala de prensa, los militantes escuchaban a Mariano Rajoy y sus caras largas demostraban su decepción. Los populares se fueron a casa al terminar el discurso. La noche había acabado. Los populares tendrán que esperar cuatro años más para las próximas elecciones generales.