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Alta afluencia de votantes: la participación supera el 75%

Por Alberto Barbieri

España aún participa. Este ha sido el dato más importante de la jornada electoral. El temor a una desilusión por parte de los ciudadanos hacia la vida política ha quedado disipado, estableciendo un triunfo de la democracia. El porcentaje de votantes, del 75,35%, ha sido prácticamente igual al de las elecciones de 2004, cuando alcanzó el 75,66%. Entonces la alta participación se alcanzó gracias a la movilización emotiva como consecuencia del atentado islamista del 11 de marzo y, sobre todo, a la postura contradictoria tomada por el ex presidente José Maria Aznar.

Parte de la explicación de la dinámica del voto de estas elecciones hay que buscarlo en el off the record tan polémico, en el cual Zapatero, a inicio campaña, confesaba la necesidad de un clima de tensión para movilizar al electorado socialista.

Los votantes del Partido Popular han mantenido su histórica disciplina, alcanzando la cifra considerable de casi diez millones de votantes. Destacan, de hecho, los porcentajes de voto alcanzados en las comunidades gobernadas por la formación de Rajoy, que encabezan la clasificación a la hora de votar. La Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y la Rioja han incrementado, incluso, sus porcentajes de votantes con respecto al 2004.

En cambio, Cataluña y el País Vasco han bajado respectivamente cinco y ocho puntos de porcentaje. La notable caída de votantes en Euskadi ha sido, por cierto, dictaminada por el llamado a la abstención de ETA y, aún más, por la deserción de los votantes de Acción Nacionalista Vasca, que se han quedado sin representación política.

El reflejo del asesinato de Carrasco puede que haya crispado la campaña, convenciendo a los simpatizantes del PSOE a movilizarse para confirmar al gobierno de Zapatero y, sobre todo, para evitar el regreso al poder de los populares. De hecho, el voto en contra en España siempre ha sido un aliciente más fuerte que el voto a favor.

En pocas palabras, ha ganado la llamada al “voto útil”, pedido con igual fuerza por los dirigentes socialistas y populares, en detrimento de los partidos nacionalistas.

Además, el clima de incertidumbre que se ha vivido en los últimos días de la campaña ha contribuido a movilizar los votantes españoles, que históricamente han desertado los comicios cuyo resultado parecía descontado. Así ocurrió, por ejemplo, en el año 2000 con el segundo gobierno de Aznar, y en 1986 y 1989, en pleno felipismo.

Por último, un dato que tiene que ver con el factor climático. La tradición dice que con el mal tiempo los españoles no salen a votar. Sin embargo, la lluvia y las nubes que han presidido el día electoral en gran parte del territorio nacional esta vez no han convencido a los ciudadanos a quedarse en casa.

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