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Debate: Zapatero vs Rajoy
Lo peor que podía pasar, olvidarse de que era un debate electoral

Por Alexis Rodríguez

Con todo, el envite fue lo de siempre. Para la sorpresa de pocos y la suerte de todavía menos. Desde 1993 no se daba un debate televisivo entre los dos principales candidatos a presidir el gobierno de España. Felipe González y José María Aznar fueron los últimos. Y visto lo visto, mejor quedarnos como estábamos. A no ser que a uno le guste el morbo de ver a dos políticos, se presupone que serios y educados, descalificándose porque sí, porque toca. Y al que no le guste, que se vaya a tomar unas cañitas con el típico amigo al que no le gusta ni oír hablar de política.

La única propuesta electoral concreta esbozada en todo el debate, si así se puede llamar a lo sucedido el lunes, la hizo el señor Rajoy. “Haré el
trasvase (del Ebro)”, vino a decir en un tono de voz bajo, casi inaudible.

Lo que no se puede negar, por el contrario, es que la discusión, y no otra cosa, se desarrolló según lo mandado en los manuales del buen marrullero: entre reproche y reproche. Y la meta final era fácil, porque no nos engañemos, se buscaban votos y no compromisos. De forma que los pisotones, contundentes y sin tener en cuenta la sensibilidad del público, fueron la constante. Así como la falta de propuestas electorales.

El verdadero protagonista del debate fue el pasado. Aquel tiempo lejano que todos dicen olvidar, pero que ninguno parece estar dispuesto a dejar de utilizar. Se habló de economía y empleo, política social, exterior, institucional o autonómica, e incluso de vivienda. Pero sólo para crear tensión al gusto de ambos. Y para muestra, un ejemplo de lo dicho por cada uno de los ‘contendientes’. Dos frases que, en palabras del moderador Campos Vidal, reflejan lo “interesantísimo” del diálogo. “Yo nunca agrediría a las víctimas del terrorismo como ha hecho usted”, obra de Mariano Rajoy, y, “se ha movido entre la mentira y la exageración”, made in Zapatero. Así de simple, llano y claro.  
Los estudios demoscópicos dicen, en general, que el debate lo ganó Zapatero. Por la mínima, pero lo ganó. De manera que la única que pareció perder fue la misma política, tradicionalmente mal valorada por los españoles y seguro que todavía más después de un día como el lunes 25.
¡Y ojo! Al menos el debate sí que sirvió para una cosa: aclarar que las matemáticas no siempre son exactas. Durante el debate, Rajoy y Zapatero mostraron en más de una ocasión gráficos estadísticos, pero en ningún momento llegaron a coincidir.

Sin embargo, sería mentir el no agradecerles el esfuerzo hecho para dejar bien clarito que “500.000 entre 0 es infinito, la misma diferencia entre usted y yo”, en palabras de Zapatero.
El que pierda el próximo 9 de marzo se irá a casa y es difícil que vuelva a jugar a este juego. Y quizás esto lo explique todo, incluso la agresividad verbal utilizada por los dos candidatos. Esperemos al siguiente debate, el lunes 3, para ver qué nos depara.
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