La sensación que transmiten los protagonistas de este desafío es la de quién sabe que se lo juega todo. De quién es consciente que la televisión es el medio que consigue plasmar el consenso más que cualquier otro medio. Pero, sobre todo, porque es la última mano, y aquí tienen que jugarse todas las cartas para derrotar al adversario, para ser Presidente del Gobierno.

Eso pasó el pasado lunes 3 de marzo, cuando Zapatero y Rajoy se sentaron uno en frente del otro para debatir de todos los asuntos de esta campaña electoral. En un encuentro donde todo está programado hasta el último detalle, el vestido es un particular de primaria importancia. Manteniendo más o menos el estilo del primer debate, Zapatero se presenta en traje gris, corbata azul y camisa celeste. Parece menos tenso del lunes precedente, donde se quedó para un buen rato con la chaqueta abrochada. A diferencia del señor Rajoy, en traje azul, camisa celeste y corbata roja, que si el lunes 25 pareció más relajado y a gusto, esta vez es conciente de que su adversario es un óptimo comunicador que conoce las técnicas de la comunicación televisiva.

Recursos que el líder del PSOE utiliza desde el primer momento: mirada fija en la cámara, postura estudiada y locución clara. Todos los ingredientes para que un mensaje llegue claro al telespectador. En este caso se trata de un proyecto de futuro, del programa del gobierno, que Zapatero actuará si sale vencedor el 9 de marzo. Una estrategia diferente del otro debate, donde se habló del pasado. Lo que no quiso cambiar paso fue el líder del PP, que planeó su defensa y su ataque teniendo como eje central la critica del primero gobierno socialista del siglo nuevo.

Después de presentar a los candidatos y explicar las reglas del debate, la moderadora Olga Viza toca el gong del primer round. Primero economía y empleo, y a seguir relaciones internas,  seguridad, y terrorismo, política institucional y educación.

Desde el primer asunto se entiende como se va a desarrollar el debate. Esta vez le toca primero a Zapatero, que se esfuerza en proponer sus proyectos y explica en concreto su programa electoral, con las medidas que quiere actuar en caso de victoria. Rajoy prefiere no cambiar la estrategia que ha elegido en toda la campaña electoral. Crítica dura y ataque personal al Presidente del Gobierno a través de datos y con resumisiones históricas. Como la de la primera pregunta que hizo después de la llegada del candidato socialista al Gobierno. Los dos candidatos han querido olvidarse de cualquier técnica de comunicación y han preferido aburrir al público con este asunto recurrente, sobre todo en el round dedicado a la economía. El mismo efecto debe haber tenido la inundación de datos, estadísticas y esquemas que Rajoy y Zapatero enseñaban al público y a la moderadora. Felices de haber dado a los electores un recurso claro y eficaz.

Los dos candidatos estaban listos para aplacar los golpes del adversario y, al momento oportuno, contraatacar. Cada round ha tenido sus momentos de suspense por como podía reaccionar cada uno al ataque del otro. El árbitro ha sabido imponer las reglas a los dos adversarios y después de una hora ha sonado el último gong. Ahora tenemos sólo que esperar el juicio que los electores españoles (gran juez colectivo de este duelo) van a dar el 9 de marzo. ¡Que gane el mejor!