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“¿Qué es un profesional de la filosofía? Que me lo expliquen”

ISABEL PASTOR

A finales de febrero más de 300 profesionales de las universidades públicas catalanas publicaban un manifiesto de apoyo a los estudiantes contrarios al plan que crea el Espacio Europeo de Educación Superior. Sergio Balari es uno de los firmantes. Su  postura es personal, independiente de la Universitat Autònoma de Barcelona.

Sergio Balari, profesor UAB(ISABEL PASTOR)

P. ¿Por qué ahora es el turno de los profesores?
R. Creo que empezamos antes, aunque utilizamos canales de protesta más formales, dirigiéndonos a las autoridades educativas, como los rectores. En cuanto al manifiesto, yo no lo firmé en el momento en el que se hizo público, sino después de ver la violencia con la que actuaron los Mossos d'Esquadra en el desalojo de los estudiantes encerrados contra el Plan Bolonia en la Universitat de Barcelona.

P. Bolonia resta valor al examen único y da más importancia a la evaluación continuada y las tutorías. Hay quien dice que los profesores se quejan porque no podrán hacer otras actividades que les dan dinero extra, como dar conferencias o clases en másters.
R. No puedo poner la mano en el fuego por nadie, pero creo que la mayoría de los profesores protestan porque se quiere exigir el esfuerzo de aplicar una evaluación continuada con coste cero. Por una parte, hay personal eventual que está haciendo las mismas tareas que los funcionarios y se le paga mucho menos. No parece estar previsto que aumente su sueldo. Por otra parte, la plantilla es corta. Creo que va a ser muy difícil que una sola persona pueda hacer un seguimiento exhaustivo del alumnado si las clases continúan siendo de cerca de 100 personas; esto supone muchas horas de corrección de trabajos. Horas a las que hay que sumar el tiempo que debemos dedicar a la investigación, como corresponde a nuestra condición de profesores universitarios.

P. ¿Está de acuerdo con la división de todas las titulaciones en grados y postgrados?
R. Sí, pero el Gobierno Central ha cometido un error gravísimo decidiendo que el grado tenga cuatro años y el postrado uno. Con

el cambio, por ejemplo, la diplomaturas se convierten en grados y esto genera un problema aún sin resolver con los que han obtenido un título antes de la reforma. Si se les convalida automáticamente por un grado, se estará generando un agravio comparativo con los nuevos titulados, que habrán estudiado un año más. Si no, puede que los diplomados tengan que hacer un curso añadido antes de poder matricularse en un postrado. A esto se suma que la nueva distribución de cursos nos ha situado en la periferia europea. Creo que Grecia y Eslovaquia son los únicos países comunitarios con el mismo reparto que aquí.

P. El manifiesto del personal universitario destaca que el Plan de Bolonia quiere convertir la enseñanza en una forma de transmitir habilidades profesionales. ¿Por qué es criticable? 
R. Es uno de los aspectos más discutibles, aunque no está explícito en el plan. Para una facultad de Arquitectura, Medicina o Derecho está muy claro qué perfil laboral tienen sus alumnos, pero no lo está tanto en Matemáticas, Filología o Filosofía. ¿Qué es un profesional de la filosofía? Que me lo expliquen.

P. ¿La misma lógica explica que hayan desaparecido cuatro filologías en la Universitat de Barcelona?
R.
Se han eliminado porque tenían muy pocos alumnos. Yo he participado en el diseño de dos grados para el nuevo mapa de titulaciones en la Universitat Autònoma y hemos tenido que hacer una especie de 'apuesta', elaborando una previsión de alumnos que se matricularán y que se titularán. Esta forma de evaluar las carreras es mercantilista: si hay poca demanda por parte de los estudiantes de una titulación, se entiende como un síntoma de que la sociedad no la considera útil. Pero no todo se puede medir de la misma manera. Por ejemplo, la investigación que yo hago en el ámbito de la lingüística no produce ningún bien que se pueda cuantificar en términos materiales y no creo que pierda sentido por eso. De todos modos, hay que decir que el Plan de Bolonia no es el que impone este modelo como una novedad.

P. ¿Ya lo había hecho la legislación española anterior?
R.
Es un modelo que impone Occidente y el capitalismo y que habría seguido evolucionando sin Bolonia. Lo que ha pasado es que a través de un cambio que era inevitable que ocurriera (la unificación de la educación superior en Europa), están entrando unas cosas que se habrían introducido de otra manera y que, de hecho, ya estaban presentes.

P. ¿Por ejemplo? 
R.
La evaluación de las titulaciones por ratios de alumnos o la financiación de los departamentos y de la investigación que desarrollan según el número de estudiantes que acabe la carrera o los convenios que se cierren con las empresas. En el fondo, el modelo de universidad al que se está tendiendo está marcado por los problemas de financiación de la institución. Es cara, no hay una percepción general de que la inversión que se hace en ella sea realmente útil; entonces, quien pone el dinero busca formas de optimizar recursos. Una manera es evaluar las carreras según la ley de la oferta y la demanda. Otra, dar entrada al capital privado. No creo en la privatización de los servicios públicos, ni en la buena fe de las empresas. Dudo que, por ejemplo, no pretendan dirigir la investigación si la financian.