La UPM está formada por todos los miembros de la Unión Europea, países que forman parte de la cuenca mediterránea (Albania, Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Croacia y Turquía) y los estados formantes de la Liga Árabe e Israel. Por primera vez, judíos y musulmanes compartirán un espacio de diálogo, una esperanza más que se abre con este nuevo proyecto.
La ilusión es quizás el factor clave en esta nueva aventura política. Los líderes de todos los países han centrado sus expectativas en sacar adelante un proyecto que durante años ha quedado estancado. Para Nicolas Sarkozy, antes incluso de ser presidente de Francia, la idea de un Mediterráneo unido se convirtió en un verdadero objetivo y una idea reiterada en su discurso. Romano Prodi (presidente de Italia hasta 2008) y José Luis Rodríguez Zapatero no tardaron en unirse a esta idea, en un primer momento gala, pero que acabó siendo un verdadero reclamo de la mayoría de países de la ribera mediterránea.
La oportunidad es histórica y Barcelona debe aprovecharla. Como ciudad tiene los “inputs” necesarios para convertirse en una metrópoli donde la interacción y la colaboración entre Oriente y Occidente sea, al fin, una realidad.