Primera Edición
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Huir de la añoranza con el paladar
LYDIA E. LARREY

A pesar de que la cocina catalana, con sus patatas bravas, el pa amb tomàquet, los calçots y otras maravillas gustativas, es muy reconocida por los que visitan Barcelona,  una vez la estancia se alarga matarían por sus galletas favoritas, el yogur de su infancia o un simple caramelo.

COMER SIEMPRE ES UN PLACER (Lydia E.Larrey)

La comunidad de europeos residentes en Barcelona es grande y por ello con el tiempo han abierto algunos comercios especializados. Pero también es cierto que las grandes superficies son conscientes de la movilidad y en sus pasillos se pueden encontrar estantes especializados en productos de Inglaterra, Alemania o incluso Rumanía, como es el caso de Carrefour o Alcampo.

Pero ya que es primavera, vamos a pasear por las calles de la ciudad condal en busca de esos rincones en los que una vez traspasada la puerta, uno entra en otro país a través del oído, ya que casi todo el mundo habla otro idioma y si se arriesga, a través del paladar.

En la calle de la Unió, tocando la Rambla, encontramos Troika, un supermercado ruso, dominado por el intenso olor del pescado ahumado. Caballas, salmón o brema ahumada (un estupendo pescado, al parecer de la familia del esturión) o los productos lácteos, sobre todo la crema de leche o el queso fresco (muy distintos a los que se venden en España), son los productos más demandados por los ciudadanos rusos.

También llegan en busca de  Pelmeni, un plato de carne muy típico de la zona, que se vende congelado o Bareniki, una suerte de empanadillas rellenas de frutas rojas, y es que les encanta el dulce, sólo hay que ver la cantidad de espacio dedicado a los dulces y caramelos en la tienda. Por supuesto también acuden en busca de la cerveza como la Baltika o vodkas como el Mirnaya y el más dulce por su maceración con cerezas: el Nemiroft.

Muy cerquita de allí, en el mercado de la Boquería, se ha instalado un pequeño puesto llamado Symposion, que expone en sus vitrinas aceitunas Kalamata, tarama salata (huevas de pescado saladas) y queso feta, los productos por excelencia de Grecia. Aunque tiene mucha clientela española, la comunidad helena que acude a este comercio además de las aceitunas, viene  sobre todo en busca del yogur (que se vende en contenedores de 1 kg), el paksimadi (pan integral seco, que se utiliza humedecido en la ensalada), la pasta filo o la pasta kotaiki, para hacer pastas dulces, similares a las turcas, las cuales también venden recién hechas, junto con otros platos para llevar.

Hace pocos meses abrió en la calle Floridablanca 78, A Taste of home, una tienda de productos británicos, aunque también tienen un corner dedicado a algunas especialidades holandesas. Al parecer, lo que atrae a la mayoría de ingleses hasta allí son las salsas y las galletas saladas, de las que tienen una buena selección, sobre todo de avena. La afición de los ingleses por los curries queda patente por la gran variedad con las que cuenta, aunque de una marca que se encuentra fácilmente en los pakis del Raval, o incluso en grandes superficies.

No pueden faltar las conservas de carne, como el hígado con cebolla. No cuentan con muchos productos frescos, de hecho apenas hay algún queso como el Red Leicester o el Cheddar, pero cuando uno pierde la esperanza atisba en un congelador muffins, que nada tiene que ver con las magdalenas americanas. Es un pan mullido, pero sin miga, que se come, tanto en dulce (con miel o mermelada) como salado (con huevos pochados, pescado ahumado, o con los dos en unos más que recomendables “huevos benedictina”).

La última parada de este breve viaje gastronómico por Europa la hacemos en La Castafiore, en Aribau con Aragó, una de las numerosas tiendas de productos venidos de Italia. A diferencia de la anterior, aquí ofrecen una gran variedad de quesos, embutidos y pasta fresca. En sus estantes, los italianos de Barcelona pueden elegir entre orecchiette, taglioni, penne “de zite” rigate, que son solo algunas de las opciones de pasta seca, en la sección de pasta fresca se nos hace la boca agua con los ravioli de calabacín, anchoa, scamorza y tomate seco.

El salami, mortadela o  copas es otro de los caprichos que atraen a los del país alpino. Pero hay que mencionar los quesos entre los que llama la atención la scamorza ahumada o el pecorino en sus variedades toscana, al pesto o al tartufo.

Claramente ello no sustituirá jamás la cazuela de la abuela, pero oler el aroma de ese queso que comíamos de pequeños, remover ese yogur tras dejar caer la miel lentamente, o tirar el vaso tras pegar el trago al vodka, por lo menos amainará esos momentos en que no deseamos otra cosa que “estar en casa”.