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Dejar para pagar

Contra la tendencia general, la crisis está beneficiando al sector del comercio

JAVIER GONZÁLEZ

“A río revuelto, ganancia de pescadores”. Así reza un viejo dicho que en épocas de crisis, como la que estamos viviendo, cobra mucha más fuerza y se manifiesta de forma más clara. Si bien es cierto que la mayor parte del comercio y de la industria se ha visto perjudicada desde hace poco más de un año por la mala situación económica, hay algunos negocios que han sacado provecho del momento y de la necesidad de la gente por mantenerse económicamente solvente.

Crónica: Dichosas bambas, zapatero
Un cliente examina artículos usados

Un ejemplo muy claro son los establecimientos donde se compran artículos usados. Aunque el número de clientes bajó considerablemente en años anteriores, la falta de créditos y de liquidez que afecta a muchas familias ha propiciado su resurgimiento. Entre ellos, hay que diferenciar dos tipos de negocio que a menudo se agrupan dentro del mismo colectivo: las casas de empeño y las de compraventa.

Las primeras existen desde hace cientos de años. Los clientes ofrecen una pertenencia como aval para pedir un préstamo, cuya cantidad depende de la valoración que se haga del objeto. Esta cotización se sitúa aproximadamente en un 75 por ciento del valor real del producto en el mercado. Una vez se acepta el trueque, se fija un plazo para devolver el dinero, con unos intereses que generalmente varían entre el 10 y el 25 por ciento.

No hace falta ser Pitágoras para saber que el negocio sale a cuenta para las casas de empeño. Y más en la temporada navideña que acaba de finalizar. Pero la dificultad para obtener crédito de los bancos convierte este recurso en la opción más segura para conseguir dinero de inmediato y poder “recuperarlo” un tiempo después.

Casas de compraventa
Estos negocios tienen un funcionamiento distinto. También hacen de casa de empeño, aunque básicamente se dedican a la comercialización de objetos de segunda mano. Se trata de una especie de mercado en el que los clientes “venden” artículos propios para que la tienda los vuelva a poner a disposición de otros compradores. El negocio está, una vez más, en que el comercio valora la mercancía por debajo de su valor real, pero después gana dinero cuando la revende.

“A veces es hasta del 200 por ciento”, afirma una empleada de una tienda de compraventa de la cadena Cash Converters, que prefiere no dar su nombre. “La gente sabe que se le va a dar menos, pero igualmente necesita el dinero”. Su declaración es un ejemplo de lo que ocurre en estos establecimientos y muestra cómo la crisis deja de ser un problema para ellos y se convierte, quizá, en su mejor aliado.

Las tiendas tienen de todo. Instrumentos musicales, videojuegos, ropa para esquiar, portarretratos, películas, carros para los bebés... El ambiente es hasta cierto punto oscuro y genera un misterio que se termina de fraguar con la negativa de los empleados a dar información. “Si quieres más datos tienes que hablar con las oficinas centrales”, es el recado que trae de su supervisor la única empleada que a accedido a hablar. Si uno trata de llamar a las oficinas, la respuesta es la misma: “un momento por favor” y silencio.

De una forma u otra, parece que ellos son conscientes de que están jugando con la gente y de que se están aprovechando de su necesidad. Esa es la impresión que dan. Si bien es cierto que estos comercios no son nuevos y que han existido desde hace años, es real que en esta época de crisis sus beneficios se han incrementado. Han obtenido ganancias a diferencia de la mayoría de los otros sectores de la industria y del comercio
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