“A veces es hasta del 200 por ciento”, afirma una empleada de una tienda de compraventa de la cadena Cash Converters, que prefiere no dar su nombre. “La gente sabe que se le va a dar menos, pero igualmente necesita el dinero”. Su declaración es un ejemplo de lo que ocurre en estos establecimientos y muestra cómo la crisis deja de ser un problema para ellos y se convierte, quizá, en su mejor aliado.
Las tiendas tienen de todo. Instrumentos musicales, videojuegos, ropa para esquiar, portarretratos, películas, carros para los bebés... El ambiente es hasta cierto punto oscuro y genera un misterio que se termina de fraguar con la negativa de los empleados a dar información. “Si quieres más datos tienes que hablar con las oficinas centrales”, es el recado que trae de su supervisor la única empleada que a accedido a hablar. Si uno trata de llamar a las oficinas, la respuesta es la misma: “un momento por favor” y silencio.
De una forma u otra, parece que ellos son conscientes de que están jugando con la gente y de que se están aprovechando de su necesidad. Esa es la impresión que dan. Si bien es cierto que estos comercios no son nuevos y que han existido desde hace años, es real que en esta época de crisis sus beneficios se han incrementado. Han obtenido ganancias a diferencia de la mayoría de los otros sectores de la industria y del comercio