El Pakistán barcelonés
Por Jordi Llambias, Illa
Liendo, Ana Marín y Gloria Vallés
Los pakistaníes han convertido al barrio del Raval
de Barcelona en su pequeño pueblo. Los primeros llegaron
en los años setenta, eran en su mayoría hombres y
huían de la precariedad económica de su país. Poco
a poco, fueron trayendo a sus familias y el colectivo
ha ido aumentando. En la actualidad, viven en la capital
catalana alrededor de 12.000 pakistaníes. Sus ocupaciones
laborales son muy diversas: se les puede encontrar
en la construcción, en talleres textiles, vendiendo
flores, cargando bombonas de butano o como camareros
o friega-platos en los bares.
Los más afortunados abren sus propias tiendas. Son
las que hoy pueden verse en el Raval prácticamente
cada diez metros. Javed Ilyar, el responsable de la
Asociación de Trabajadores Pakistaníes en Barcelona,
define a su comunidad como gente "pacífica y entregada
a su trabajo". Conservan sus tradiciones, celebran
las festividades de su país, acuden a la mezquita
y enseñan a sus hijos las leyes coránicas. Hablan
distintas lenguas según su zona de procedencia en
Pakistán, como el punjabí o el urdu, idioma oficial
desde 1947. "Les cuesta hablar castellano, catalán
e inglés, lo que les dificulta mucho encontrar faena",
afirma Javed Ilyar. Por este motivo, la gran mayoría
se emplea en negocios de parientes que llegaron anteriormente
a la ciudad. Las familias pakistaníes acostumbran
a llegar aquí divididas y se van reunificando a medida
que aumenta la estabilidad económica. El primero en
salir de su país es el cabeza de familia y le siguen,
en este orden, sus familiares varones, su mujer e
hijos y, eventualmente, sus padres o suegros.
Las mujeres son las transmisoras de las pautas sociales
y religiosas de su cultura. En Pakistán sólo se relacionan
entre ellas y viven dedicadas en exclusiva a su marido
y sus hijos. Cuando llegan aquí, muchas veces su situación
cambia. No es de extrañar verlas al frente de los
comercios. Los pakistaníes conceden una gran importancia
a los lazos familiares y tienen un fuerte sentimiento
de comunidad. Así lo demuestra su casi total concentración
en el Raval y los barrios que lo rodean, donde encuentran
viviendas de alquiler a un precio relativamente accesible.
Los datos del Ayuntamiento indican que actualmente
el 90% de los pakistaníes que viven en la ciudad son
hombres, más de la mitad tienen edades comprendidas
entre los 25 y los 39 años y casi el 94% llevan menos
de 5 años en la capital catalana. Según un estudio
de la Universidad de Barcelona, el perfil medio de
estos inmigrantes -un hombre joven con poco tiempo
de estancia en la ciudad- hace pensar que se hallan
en la primera fase de asentamiento en la ciudad. Todo
parece señalar que la comunidad seguirá aumentando
con la progresiva llegada de los familiares de estos
varones.
Barcelona es una ciudad a la que cada vez llegan
más inmigrantes. Los pakistaníes han hecho de su comunidad
una de las más visibles en la ciudad. En las calles
del Raval todos se saludan, compran sus comidas típicas,
ven películas en urdu y visitan las mezquitas. La
llegada de nuevas generaciones asegura la permanencia
de este pequeño entresijo de calles que cada vez más
se asemejan a Pakistán.