El barrio del Raval se ha convertido en una
zona en la que los acentos y las procedencias
se mezclan a cada paso. La comunidad pakistaní
es una de las más numerosas. El proceso migratorio
suele empezar con los hombres, que son los primeros
en establecerse en la nueva ciudad. Después,
el resto de la familia seguirá sus pasos en
busca de un futuro mejor. La historia de Nasarin
es una de las muchas que se encuentran en el
Raval. Una historia de personas que llegan a
una ciudad extraña, se adaptan, deciden quedarse
y tienen hijos con pasaporte español. Nunca
abandonan las costumbres de sus lugares de origen.
Siguen con sus comidas y celebraciones, pero
este barrio es ahora su casa.
Nasarin Abhten lleva 14 años viviendo en el
Raval. Su marido, 29. Su historia empezó muy
lejos de estas calles, cuando él visitó el pueblo
de Pakistán en el que vivía Nasarin. Se enamoraron
y ella dejó todo atrás para mudarse con él a
Barcelona. Cuando llegó al barrio siempre bajaba
a una tienda de la zona a hacer la compra. Allí
conoció a María, la cajera del colmado, que
con el tiempo se convirtió en una de sus primeras
amigas en este nuevo país. Hace diez años, la
chica le dijo que dejaba el negocio, y Nasarin
estuvo unos días dándole vueltas a una idea:
al poco tiempo, le propuso a su marido quedarse
con el local.
El Raval ha dejado de ser un lugar extraño
y ella está feliz. Tiene tres hijas, todas nacidas
en Barcelona. Ella nunca había trabajado en
Pakistán, porque allí lo habitual es que la
mujer se quede en casa. En Barcelona las cosas
son distintas. "Se está mucho mejor trabajando,
se hace más fuerte el corazón", afirma Nasarin.
Le gusta la libertad de esta ciudad. "En Pakistán
las mujeres muchas veces tienen miedo de salir
a la calle y relacionarse, aquí no", dice. No
habla catalán, pero con el castellano se defiende,
y asiste a clases en un colegio para adultos
muy cerca del colmado. Por los pasillos estrechos
de este establecimiento, en la calle Joaquim
Costa, en el corazón del Raval pakistaní, se
entremezclan marcas españolas con algunos productos
de su tierra. "Tenemos pocas cosas de Pakistán.
Sólo algunas legumbres o dulces típicos", señala.
Celebran las fiestas tradicionales y los fines
de semana cocinan para la familia. Los olores
y sabores de su tierra renacen en sus fogones
esos días. Nasarin recuerda la imagen de un
Raval muy distinto.
Cuando llegó a España las calles de esta zona
de Barcelona eran mucho más inhóspitas. "Ahora
está todo lleno, viene muchísima gente a comprar.
También la comunidad pakistaní ha crecido mucho",
dice. Nasarin está orgullosa de su local. "Nos
costó mucho conseguirlo, tuve que trabajar durante
tres años hasta poder quedarme con él", recuerda.
Ahora pagan un alquiler y de los beneficios
del negocio vive toda su familia. La nueva ley
de horarios, que obliga a cerrar los comercios
a las diez de la noche y los domingos por la
tarde, les ha perjudicado mucho. "Nosotros sólo
queremos trabajar. El fin de semana era cuando
más gente venía. Ahora con los nuevos horarios
es más difícil. Duele mucho cuando bajamos la
verja", se queja.
¿Las infraestructuras
del sistema sanitario español están preparadas
para esta nueva ola de inmigración?
Creo que el profesional es el que no está preparado,
porque no domina habilidades de comunicación
transcultural, no les han enseñado eso en las
facultades. En mi generación no teníamos inmigrantes
o sociedades multirraciales como en Estados
Unidos o Canadá. Ese es el gran problema, más
que el tener camas o infraestructuras suficientes.
La riqueza de medios de cualquier país de renta
alta es suficiente para contener cualquier explosión
demográfica, aunque sea rápida en el tiempo.
¿Es necesaria una política
común europea para mejorar la efectividad de
los sistemas sanitarios?
Esa es la gran utopía: una política sanitaria
global europea que facilite la igualdad a todos
los ciudadanos europeos, no sólo a los inmigrantes.
El problema es que cada país tiene un sistema
sanitario muy diferente. Va a ser muy difícil
una política igualitaria de trato sanitario.
Pero sí que hace falta asegurar por el sistema
que sea que las necesidades de cualquier ciudadano
encuentren respuesta. Debemos alcanzar unos
mínimos que reconozcan el derecho a la salud
como un derecho humano.
¿Cuáles son los principales
retos de la sociedad española frente a la inmigración?
El aumento de las enfermedades vinculadas a
la marginación o al déficit social: sida, tuberculosis
o de transmisión sexual. La necesidad que tendrá
el sistema de adecuarse a unas relaciones multiculturales
en cuanto a la expresión del binomio enfermar-estar
sano cuya percepción es muy distinta según la
cultura de la que vengas. Dentro de unos años
los inmigrantes van a tener las mismas enfermedades
que tenemos nosotros.