Rafael Guayta, del Departamento de Sanidad de Cataluña
"Los inmigrantes llegan sanos a España, sus fuerzas se pierden aquí"
Por Silvia Barnett Sánchez

El barrio del Raval se ha convertido en una zona en la que los acentos y las procedencias se mezclan a cada paso. La comunidad pakistaní es una de las más numerosas. El proceso migratorio suele empezar con los hombres, que son los primeros en establecerse en la nueva ciudad. Después, el resto de la familia seguirá sus pasos en busca de un futuro mejor. La historia de Nasarin es una de las muchas que se encuentran en el Raval. Una historia de personas que llegan a una ciudad extraña, se adaptan, deciden quedarse y tienen hijos con pasaporte español. Nunca abandonan las costumbres de sus lugares de origen. Siguen con sus comidas y celebraciones, pero este barrio es ahora su casa.

Nasarin Abhten lleva 14 años viviendo en el Raval. Su marido, 29. Su historia empezó muy lejos de estas calles, cuando él visitó el pueblo de Pakistán en el que vivía Nasarin. Se enamoraron y ella dejó todo atrás para mudarse con él a Barcelona. Cuando llegó al barrio siempre bajaba a una tienda de la zona a hacer la compra. Allí conoció a María, la cajera del colmado, que con el tiempo se convirtió en una de sus primeras amigas en este nuevo país. Hace diez años, la chica le dijo que dejaba el negocio, y Nasarin estuvo unos días dándole vueltas a una idea: al poco tiempo, le propuso a su marido quedarse con el local.

El Raval ha dejado de ser un lugar extraño y ella está feliz. Tiene tres hijas, todas nacidas en Barcelona. Ella nunca había trabajado en Pakistán, porque allí lo habitual es que la mujer se quede en casa. En Barcelona las cosas son distintas. "Se está mucho mejor trabajando, se hace más fuerte el corazón", afirma Nasarin. Le gusta la libertad de esta ciudad. "En Pakistán las mujeres muchas veces tienen miedo de salir a la calle y relacionarse, aquí no", dice. No habla catalán, pero con el castellano se defiende, y asiste a clases en un colegio para adultos muy cerca del colmado. Por los pasillos estrechos de este establecimiento, en la calle Joaquim Costa, en el corazón del Raval pakistaní, se entremezclan marcas españolas con algunos productos de su tierra. "Tenemos pocas cosas de Pakistán. Sólo algunas legumbres o dulces típicos", señala. Celebran las fiestas tradicionales y los fines de semana cocinan para la familia. Los olores y sabores de su tierra renacen en sus fogones esos días. Nasarin recuerda la imagen de un Raval muy distinto.

Cuando llegó a España las calles de esta zona de Barcelona eran mucho más inhóspitas. "Ahora está todo lleno, viene muchísima gente a comprar. También la comunidad pakistaní ha crecido mucho", dice. Nasarin está orgullosa de su local. "Nos costó mucho conseguirlo, tuve que trabajar durante tres años hasta poder quedarme con él", recuerda. Ahora pagan un alquiler y de los beneficios del negocio vive toda su familia. La nueva ley de horarios, que obliga a cerrar los comercios a las diez de la noche y los domingos por la tarde, les ha perjudicado mucho. "Nosotros sólo queremos trabajar. El fin de semana era cuando más gente venía. Ahora con los nuevos horarios es más difícil. Duele mucho cuando bajamos la verja", se queja.

¿Las infraestructuras del sistema sanitario español están preparadas para esta nueva ola de inmigración?
Creo que el profesional es el que no está preparado, porque no domina habilidades de comunicación transcultural, no les han enseñado eso en las facultades. En mi generación no teníamos inmigrantes o sociedades multirraciales como en Estados Unidos o Canadá. Ese es el gran problema, más que el tener camas o infraestructuras suficientes. La riqueza de medios de cualquier país de renta alta es suficiente para contener cualquier explosión demográfica, aunque sea rápida en el tiempo.

¿Es necesaria una política común europea para mejorar la efectividad de los sistemas sanitarios?
Esa es la gran utopía: una política sanitaria global europea que facilite la igualdad a todos los ciudadanos europeos, no sólo a los inmigrantes. El problema es que cada país tiene un sistema sanitario muy diferente. Va a ser muy difícil una política igualitaria de trato sanitario. Pero sí que hace falta asegurar por el sistema que sea que las necesidades de cualquier ciudadano encuentren respuesta. Debemos alcanzar unos mínimos que reconozcan el derecho a la salud como un derecho humano.

¿Cuáles son los principales retos de la sociedad española frente a la inmigración?
El aumento de las enfermedades vinculadas a la marginación o al déficit social: sida, tuberculosis o de transmisión sexual. La necesidad que tendrá el sistema de adecuarse a unas relaciones multiculturales en cuanto a la expresión del binomio enfermar-estar sano cuya percepción es muy distinta según la cultura de la que vengas. Dentro de unos años los inmigrantes van a tener las mismas enfermedades que tenemos nosotros.