Por Stéphanie Ruano
Inmigrantes sumergidos

Es sabido que los flujos masivos de inmigrantes pueden provocar una desorganización social y económica en el país de acogida. Así se hace necesario controlar este lento proceso que encuentra problemas inevitables como es el caso de la economía sumergida.

El volumen de la economía sumergida en el estado español ha ido aumentando de forma progresiva a lo largo de las dos últimas décadas. Un estudio científico realizado por el Instituto de estudios Fiscales (adscrito al Ministerio de Hacienda) refleja que en España existe un volumen de actividad económica que se escapa del control legal, y que se acerca al 21% del PIB. Una cifra nada despreciable, superior a 130.000 millones de euros. En España los inmigrantes sin papeles son las principales víctimas de la economía sumergida. De hecho, ya desde sus países de origen se les promete trabajar. Pero este trabajo sólo se les tendría que prometer si entrasen de forma legal. De esta forma, ni la inmigración irregular ni la economía sumergida llegarían a las dimensiones actuales. Pero para algunas empresas los inmigrantes sin papeles son muy rentables ya que se someten a jornadas laborales más largas, sin asistencia sanitaria y con salarios más bajos. Resulta miserable el hecho de que muchos empresarios se aprovechen del desconocimiento de las leyes por parte de los inmigrantes, así se aseguran, entre otras cosas, de que no les exigirán condiciones de seguridad en el trabajo.

Un gran sector que cubren los inmigrantes ilegales aquí en España es el de la construcción. A menudo ocurre en este sector que, frente a las sanciones con las que amenaza el gobierno a los empresarios que no regularicen a sus trabajadores extranjeros en situación ilegal, muchas empresas optan por despedir de forma masiva a estos empleados. A los empresarios los están echando porqué es la forma más cómoda de cubrirse las espaldas ante la finalización del plazo de e regularización. Bienvenida pues, la normativa extraordinaria que permitirá a partir de agosto que los inmigrantes denuncien su situación irregular a cambio de conseguir papeles y penalizarán a los empresarios con multas de entre 6.000 y 60.000 euros. Para los inmigrantes, la economía sumergida pasa de ser un complemento económico a ser su única fuente de ingreso. Esto hay que sumarlo a unas condiciones de trabajo tercermundistas. Y al respecto, las políticas ignoran muchas veces las necesidades humanas de la inmigración, acogida y rechazada después, según los humores de la economía de la Nación. Ahora, España ha llegado a unas cifras de tal magnitud que habría que replantear las políticas de acción específicas al problema y frenar el incesante aumento de economía sumergida. Pero es un círculo vicioso: si la presencia de trabajadores ilegales estimula el mercado negro, la demanda de mano de obra barata promueve la entrada de inmigrantes ilegales. Y el resultado es que la mano de obra local se ve penalizada por la presencia de inmigrantes ilegales y no por los inmigrantes declarados. Por lo tanto debemos ser cautelosos en el momento de responder a la mitificada pregunta: ¿los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los españoles? No olvidemos que la población, cada vez más envejecida de Europa, necesita inmigrantes jóvenes y entusiastas para generar el crecimiento económico de mañana. Así que antes de permitir que los inmigrantes que son fuentes culturales, económicas, demográficas y demás, vuelvan a sus países respectivos sucumbidos por la pobreza, señores políticos, manos a la obra.