Por Laura Arias
El Ejido: inmigración y conflicto

En los últimos años la inmigración ha entrado en España de forma masiva. Hemos recibido inmigrantes de todas las nacionalidades, pero los más cercanos, los marroquíes, lo han hecho en mayor medida. El dato más preocupante es que la mayoría de ellos, proceden de bolsas de ilegales que se asientan en nuestro país y desencadenan conflictos como el que actualmente y desde hace ya unos años, vive En El Ejido, una localidad almeriense.

Los marroquíes acuden a nuestro país con el deseo desesperado de alcanzar una vida mejor, pero la realidad es bien distinta ya que la inadaptación y el rechazo social, son barreras que, la mayoría de las veces, se vuelven infranqueables. Esto unido a la falta de mano de obra para todos, se torna en una lucha sin tregua que ha convertido a El Ejido en un pueblo dividido. Por un lado los autóctonos y por otro los marroquíes.

Los principales ingresos de EL Ejido surgen gracias a la agricultura. Aquí los agricultores han encontrado en los inmigrantes la mano de obra barata que buscaban y muchos problemas.

Con el boom de los invernaderos surgieron las primeras explotaciones agrícolas familiares. Estos negocios comenzaron a prosperar y ello atrajo inmigrantes del interior de la provincia de Almería y Granada, aumentando rápidamente la población. Pero la riqueza aumentó vertiginosamente sin que mejorara el nivel cultural, las infraestructuras sociales, educativas, comunicativas y sanitarias, sin apoyo de la Administración. La población autóctona vive ahora un pánico ante los robos y violaciones, producidos supuestamente por esta población magrebí, y que comenzaron a raíz de los asesinatos que se produjeron en enero del 2000. Las condiciones de vida de estos inmigrantes son, en su mayoría, infrahumanas. Sería conveniente hacer en este punto un ejercicio de imaginación para ponernos en su lugar e imaginar lo que es hipotecar la vida para pagarse un viaje horroroso en patera, para buscar una vida mejor y encontrarse con la realidad: un pueblo donde se le excluye, sin posibilidad de volver a su lugar de origen, sin papeles, sin derecho a una atención sanitaria, sin contrato de trabajo, sin alquiler, sin protección social, y con lo peor, la incertidumbre de vivir pensando que en cualquier momento le pueden detener y deportar. El reto al que nos enfrentamos es compaginar la pluralidad de culturas e identidades con la unidad política y social. Pero no por este deseo hay que olvidar la realidad que vivimos en la que la Leyes pueden controlar las medidas discriminatorias más importantes pero no pueden hacer nada contra las desigualdades de la vida diaria, las diferencias económicas y el rechazo social.

Los pobladores de El Ejido deben hacerse ahora varias preguntas de cara al futuro: ¿Cómo se puede recuperar la convivencia en el lugar?.¿Quién resarcirá a los inmigrantes por sus bienes destruidos?. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?. ¿Tiene solución?