Por Andrea
Wahr Rivas
Aprender catalán
Al llegar a Cataluña, el inmigrante castellano hablante
-en especial los sudamericanos- sufre un pequeño shock
lingüístico, al darse cuenta que entiende sólo una
parte de la vida. Los letreros en la calle, muchas
de las emisoras de radio y canales de televisión son
en catalán. Para quienes no hablan castellano, ésta
es la prioridad. El catalán, desde fuera, es considerado
más bien como una particularidad de los locales, como
un capricho, como un aspecto de la personalidad colectiva.
Es, casi, una "catalanada" más.
Pero no sólo la distancia tiene la responsabilidad
de este desconocimiento. La realidad bilingüe, e incluso
mayormente catalana de la sociedad, es ignorada también
a nivel estatal. El catalán es subvalorado en otras
partes de España, en especial desde el centralismo
de Madrid. Es un idioma históricamente oprimido. El
franquismo se ensañó con rabia, pero la lengua persistió
a fuerza de costumbre y de voluntad de los ciudadanos.
Las ciudades se transformaron y se castellanizaron
por decreto. Pero continuó puertas adentro. Después
de la vuelta a la democracia las calles volvieron
a ser carrer y las avenidas, avingudas. Es fácil entender
el proteccionismo de la lengua por parte de las instituciones
autonómicas. Pero no se explica tan fácilmente que
el Estado no lo incluya en forma obligatoria, por
ejemplo, en planes educacionales más masivos o que
exista un mayor número de cátedras de catalán en universidades
inglesas que en el resto de España.
Cuando alguien se muda a Italia aprende italiano;
en Estados Unidos, inglés. No es una opción si se
quiere tener una vida llevadera y no automarginarse.
Pero en Cataluña es diferente, porque ésta es una
realidad bilingüe y es posible vivir sólo en castellano.
A pesar de que existen facilidades y cursos para aprender
el idioma, el catalán es una alternativa que comienza
a barajarse un tiempo después de llegar. Probablemente,
cuando ya se entiende bastante y se quiere entender
más y mejor. Influye además que aprender catalán abre
muchas puertas, en especial en el mercado laboral.
Es muy apreciado, e incluso exigido, al postular a
trabajos de cierta responsabilidad. Y la inmigración
por lo general tiene causas económicas. También cae
bien en la vida cotidiana, al ir a hacer la compra,
al subir a un bus, al hacer vida social con catalanes.
Es necesario y aconsejable que los inmigrantes que
vienen a Cataluña se interesen por hablar el idioma.
Sin que los locales olviden la gran ventaja del bilingüismo,
que les da una riqueza enorme, porque es un hecho
que la dominación española en América legó el castellano
a un vastísimo territorio. No basta el castellano
para vivir por un plazo indefinido en Cataluña y eso
lo deben entender quienes emigran a esta región. Pero
tampoco sirve olvidarlo y que los nativos sólo se
expresen en catalán.