La inmigración, ¿un problema para la sanidad?
Por Mina Sohn, Mauricio González y Martin Aldalur

No se puede demonizar la inmigración haciéndola responsable de un proceso que ya existía: la crisis del Estado de Bienestar. La inclusión de nuevas prestaciones, como la atención socio-sanitaria, el crecimiento del gasto farmacéutico y la deuda acumulada son algunos de los factores que explican la insuficiencia de estos recursos. Y contextualizando el caso español en Europa, en los ocho años de gestión del PP el gasto sanitario perdió peso en relación con el Producto Interno Bruto. El presupuesto sanitario es muy elástico respecto a la renta: cuanto más rico es un país, más gasta en sanidad. España incrementa su riqueza, pero no la partida sanitaria. Eso aumentó la diferencia.

La inmigración, como fenómeno, ha acarreado serios problemas en el espíritu y bondad de la prestación sanitaria, ya que en un primer momento el estatus de los indocumentados podía haber acabado con el concepto de universalidad. Esto se solucionó con un simple registro en el padrón municipal, que no exige la regularidad del inmigrante en el territorio y permite adquirir una tarjeta sanitaria. En un primer momento esta prestación ha sabido sortear los problemas que acompañan al fenómeno de la inmigración, pero todavía tiene que superar el escollo fundamental, su financiación. La composición de las aportaciones de la Seguridad Social derivada de la inmigración en España ha modificado la forma de financimiento del sistema de pensiones. Actualmente, el 25% de los nuevos cotizantes al sistema son inmigrantes. El perfil socioeconómico de éstos es, fundamentalmente, el de personas con un nivel de renta por debajo de la media. La población extranjera en Cataluña se ha triplicado en los últimos años hasta llegar a conformar más del 5% de la población total; en Barcelona este porcentaje representa el 10% de los habitantes. La aportación de los inmigrantes fortalece el financiamiento del sistema público, lo que asegura el futuro a corto plazo de la Seguridad Social. Pero las cotizaciones de los inmigrantes no podrán soportar los problemas que a medio y largo plazo genera el envejecimiento de la población. Según un estudio realizado por el Colegio de Economistas de Cataluña, el 50,5% de los economistas catalanes considera que los costes sociales de la inmigración no compensan la aportación de este colectivo a la economía. La sanidad pública ha tenido que desarrollar medidas estructurales y recursos adicionales para dar cobertura a los inmigrantes. Existen traductores y mediadores culturales, que no sólo asisten a inmigrantes sino también a otras etnias, como es el caso de la gitana. El objetivo de este departamento es la comunicación, ahondando en el concepto de salud y enfermedad desde una perspectiva didáctica. Estas medidas tienen un coste adicional compartido entre el erario público, voluntarios y ONGs. Las voces más progresistas hacen un llamado para la universalización de la asistencia social que acompaña a la enfermedad, que no es universal y deja desprotegido al inmigrante.