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Pakistanies: en búsqueda de una vida mejor
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Por Ricardo
Ginés y Alec Forssmann
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El barrio del Raval es un centro
de actividad comercial principalmente de inmigrantes.
Numerosas tiendas en manos de foráneos, con papeles
o sin ellos, se extienden y expanden por las calles
cortas e irregulares de este céntrico barrio barcelonés.
En la zona, que pertenece al Districte de Ciutat
Vella, residen también un elevado número de extranjeros.
Entre ellos, los pakistaníes forman parte de una
comunidad que es vista generalmente como la más
emprendedora y trabajadora. Prueba de ello es
la gran cantidad de tiendas que tienen y que ocupan
un puesto destacado en el Raval. En Barcelona
viven (datos de 2001) unos 10 mil pakistaníes
legalizados. El número de sin papeles de este
colectivo puede superar por mucho esa cifra. La
gran mayoría son hombres (un 80% frente a un 20%
de mujeres), en general de baja formación (aunque
hay algunos académicos). Son cada vez más jóvenes
y proceden de regiones campesinas.
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Es el caso del propietario
de la Pizzería Bar Restaurante "Baba San Marino",
situado en la misma Rambla del Raval: "Un traspaso
de un local aquí puede costar entre 400.000 y
480.000 euros, mientras que un alquiler ronda
los 1.500 a 2.000 euros al mes", cuenta. Entre
los negocios que gestionan destacan los locutorios
telefónicos (en las calles Carme, Princesa, Sant
Pau), tiendas de ropa (Hospital), bastantes restaurantes
(plaza Vila de Madrid, Rauric, Avinyó, Ample)
e incluso un videoclub (Sant Pau). Dejan a sus
familias en Pakistán para buscar una vida mejor
en Europa. Llegan atraídos por la búsqueda de
mano de obra barata; muchos de ellos trabajan
de forma precaria en la hostelería, en talleres
textiles, subiendo bombonas de butano o vendiendo
flores por los bares. Los más afortunados, emprendedores
o sacrificados abren pequeños negocios.
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gráfico de Luis
Marchal y Ricardo Ginés |
Es un tipo de comercio en manos
de inmigrantes, pero no necesariamente excluyen
al resto de los vecinos: en las carnicerías pakistaníes,
donde sólo se vende carne halal, no es inusual
ver acercarse a vecinos de larga trayectoria en
el Raval. El carácter transversal en lo nacional
y lo religioso al que se dirigen los intereses
económicos de este tipo de comercios, desmiente
la pauta de consumo diferenciada y estática. Varias
asociaciones protegen y apoyan los intereses pakistaníes
en Barcelona: Asociación de Trabajadores Pakistaníes,
Pakistán Universal y Pakistán Society. Se reúnen
en la mezquita de la Calle Arc del Teatre, pero
no son muy activas
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¿Revitalización
económica o peligro para el comercio autóctono?
La proliferación de este tipo
de comercio, que aparte de contar con dueños no
autóctonos, también ofrece productos muchas veces
desconocidos, es sumamente interesante, teniendo
en cuenta que se produce en el contexto de una
crisis prolongada del pequeño comercio tradicional
de base familiar, especialmente aguda en la zona
de Ciutat Vella. "A los hombres estos les dan
sitio, y a un español que está toda la vida lo
echan", comenta la anciana empleada de un local
social situado en la Rambla del Raval desde 1986.
Buscando precios bajos para alquilar o hacerse
con las lonjas donde poder ofrecer sus mercancías,
los inmigrantes se dirigen necesariamente hacia
las zonas más deprimidas comercialmente en épocas
anteriores. Producto de todo ello es una revitalización
del comercio a pequeña escala en el Raval. A la
vez se genera una actitud contraria compartida
por algunos de los comerciantes autóctonos que
se expresa oficialmente en la presión que llevan
a cabo las asociaciones de comerciantes en las
sesiones plenarias del Consell de Seguretat i
Prevenció, donde se discuten cuestiones de seguridad
ciudadana. Teniendo en cuenta que algunas de las
asociaciones de comerciantes, mayoritariamente
en manos de autóctonos, son accionistas -pequeños
pero importantes- de Procivesa, la empresa semipública
que gestiona las reformas urbanísticas, se entiende
que su influencia sobre la política municipal
pase de ser meramente testimonial para dejarse
notar. Por ejemplo, en las sesiones del Consell
los comerciantes autóctonos presionan al Districte
de forma sistemática, para impedir que se abran
comercios de inmigrantes y se sancionen a los
ya existentes.
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El
efecto revitalizador
No obstante, es innegable el
efecto económicamente dinamizador de los comercios
en manos de inmigrantes. Y lo es por varias razones.
Una de ellas, la flexibilización de los horarios
comerciales, llevó al diario La Vanguardia a afirmar
de forma entusiasta: "Los paquistaníes que de
un tiempo a esta parte van abriendo sus negocios
en Barcelona, han introducido una nueva manera
de entender la actividad comercial. Una manera
que choca con las reglas y los hábitos de aquí,
pero que contiene valores que no pueden soslayarse.
(…) Los empleados trabajan de 14 a 15 horas diarias,
domingos incluidos. Uno de sus éxitos ha sido,
precisamente, que los comerciantes paquistaníes
aplican horarios flexibles. Los ciudadanos agradecen
esta disponibilidad y el resultado evidente es
que la actividad comercial de los paquistaníes
ha sido bien acogida en los barrios donde se han
establecido. (…) Compiten en costes laborales
y en horarios, dos factores esenciales para el
progreso de esta actividad de servicio que es
el comercio.
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No se trata de que
todos los comerciantes deban seguir la
fórmula paquistaní , pero lo cierto es
que son un ejemplo de que la libertad
comercial es positiva para los que se
dedican a este negocio y, sobre todo,
para los consumidores." (LV, 14-X-1996).
Esta forma de entender la economía, que
responde a las premisas ideológicas del
neoliberalismo de la Escuela de Chicago,
parte del axioma de un proceso de invasión
y sucesión: si los comerciantes autóctonos
no se pueden adaptar a las nuevas necesidades
del mercado o no lo hacen suficientemente,
sus comercios serán desplazados por otros
en un "proceso natural".
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Ventajas y desventajas
Mucho ha llovido desde que este canto triunfal a
la autoexplotación del pequeño comerciante inmigrante
fuera convertido en línea editorial, pero lo cierto
es que este himno generalizado a las virtudes del
dinamismo neoliberal ha dejado huella. Muchos de los
recelos que provocan este tipo de comercios, obedecen
al miedo que producen estas estrategias para poder
subsistir en un sistema de mercado cada vez más competitivo.
Curiosamente, esta flexibilización horaria junto a
los bajos salarios, también afecta tradicionalmente
al pequeño comercio autóctono de base familiar. Atemorizados
por este "sólo sobrevivirá el más fuerte", muchos
pequeños empresarios locales buscan excusas y pseudoargumentos
para expresar el recelo y el miedo que les produce
este nuevo escenario. "Incluso pagan menos impuestos
que nosotros", afirma una vez más la empleada del
local social. Su actitud contraria se refleja en el
repetido "no tengo nada en contra, pero…" que es acompañado
por una serie de argumentos o prejuicios que afectan
negativamente a la relación entre ambas comunidades:
la supuestamente necesaria creación de "guetos" de
"mala imagen" que ahuyenta a posibles compradores
de rentas altas. Es decir, la creación de marginalidad
por parte de los inmigrantes residentes; el hacerse
con el negocio "propio", desplazando a la población
autóctona a otros barrios o la desvalorización que
supone el ofrecer productos de escasa calidad. Uno
de los mitos recurrentes dentro de este tipo de argumentación
es que los pakistaníes son privilegiados por la administración
al estar exentos de las obligaciones legales generales,
de lo que resulta una discriminación hacia los comerciantes
autóctonos.
Los responsables municipales admiten, sin embargo,
que no existe discrecionalidad a la hora de conceder
licencias o sancionar establecimientos, puesto que
se trata de procedimientos reglados, por lo cual,
concluyen "estamos obligados a conceder las licencias
de apertura si cumplen la normativa." En resumen:
para garantizar la competitividad de las pequeñas
y medianas empresas (pymes), independientemente del
origen de sus propietarios, es necesario implantar
una regularización de las condiciones de competencia
(ejemplificado en la aprobación por parte del Parlament
de la Ley de Horarios Comerciales, por ejemplo) que
sea respetada por todos los negocios en Cataluña.
Sólo de este modo se puede preservar o acrecentar
la cohesión social, la calidad de vida y la sostenibilidad
del modelo económico y social. Y afianzar, en el caso
de los comercios en manos de inmigrantes, un efecto
que en ciudades más cosmopolitas como Nueva York ya
tiene un nombre: neighbourhood upgrading (proceso
revitalizador de barrios antaño deprimidos). Sin la
regularización de la competencia, que debe ser sensible
a los intereses de las dos partes, Barcelona puede
caer en el problema de la etnificación de conflictos
sociales y de la migración misma que no responda a
ideales cosmopolitas.
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