Afzaal Ahmed: La importancia de conocernos
Por Illa Liendo

A veces parece como si el tema de la inmigración se hubiese convertido en una pesadilla o sueño recurrente en muchas sociedades, sobretodo al haberse añadido el factor del fundamentalismo islámico al panorama mundial. La ciudad de Barcelona alberga a una de las comunidades más numerosas de inmigrantes pakistaníes de Europa, con un total de 25.000 personas. De acuerdo con Eduardo Riol de la Universidad de Barcelona, el perfil del inmigrante pakistaní es el de un hombre con una media de 31 años y con un nivel de educación primaria. En un intento de escapar de las estadísticas, no por dudar en su validez sino más bien por la inquietud de mostrar más allá del territorio de lo conocido, se contactó a Afzaal Ahmed de 55 años, fundador y portavoz de la Asociación Hispano Pakistaní. Ahmed no encaja con el perfil habitual de inmigrante: es empresario, tiene estudios superiores en filosofía y viene dirigiendo este grupo de apoyo mucho antes de que la inmigración se apoderara de congresos y medio de comunicación.

¿En qué circunstancias y con qué motivaciones surge la Asociación Hispano-Pakistaní?
Llegué a España en 1979. El primer año fue difícil porque no manejaba el idioma. Cuando salí a la sociedad me di cuenta de que mis compatriotas tenían una enorme dificultad para expresarse, para relacionarse con la gente, para pedir cualquier cosa, aunque fueran sus derechos. Entonces yo, junto a quince compatriotas graduados en universidades, pensamos que al tener un buen nivel de educación era nuestro deber hacer sentir mejor a esta gente. Entonces nos juntamos en 1984 y empezamos a trabajar. Comenzamos con lo que podíamos hacer: traducir documentos, a ser traductores con los médicos. También sacábamos a la gente de sus casas, tratando de que se distrajeran de una vida monótona y aburrida y ayudarles a conocer gente. Eran pequeñas fiestas que aliviaban por un momento la nostalgia. En estas fiestas exponíamos nuestra historia, tradición, religión y música. Hoy en días los miembros fijos de la asociación son veinte, más algunos simpatizantes. Este año hicimos una federación de las asociaciones pakistaníes, FAP, conformadas por catorce asociaciones.

Para muchos usted debe ser alguien difícil de clasificar ¿Cómo se definiría a si mismo?
A pesar de que mi pueblo refleja mucho de mi persona, yo me siento un hombre universal. Al estudiar y viajar fui aprendiendo muchas cosas, como por ejemplo que debo estar siempre abierto a ver que no hay diferencias entre las personas, que todos somos iguales en derechos y deberes. Yo pienso que no tenemos que sentir que somos de Pakistán, de India o de Perú. Debemos sentirnos, ante todo, seres humanos.

Es un buen concepto, sin embargo no podemos hablar de inmigración si no hablamos de las diferencias geográficas y culturales ¿Cómo describiría la actual relación de la comunidad pakistaní con la sociedad catalana?
Yo no estoy a favor de la integración, estoy en contra. Porque la integración comprende forzar a alguien para que sea igual que él, eso es imposición. Para mí, la clave es conocernos los unos a los otros, porque cuando conocemos no se pierden las identidades y a partir de entonces podemos ser amigos, buenos ciudadanos, honrados y tolerantes. Por otro lado, el Estado debe crear las condiciones para que se logre esto. Sin ir más lejos el propio ayuntamiento debería promover las relaciones, desarrollando espacios de diálogo informal. Hay que recordar que la cultura no es patrimonio de nadie, es universal. Tenemos que entender que todos los pueblos somos civilizados, con su propia música y poesía.

Ahora, entrando en el marco jurídico ¿Qué opina de las actuales leyes que hay para extranjeros?
Sobre las leyes opino muy poco, se trata de un problema de estructura. Los que inmigran lo hacen por una razón, el humano busca comida, libertad y riqueza. Este flujo de gente no se detendrá hasta que no hagamos justicia social, inversiones en nuestros países. Todo el mundo quiere ir al paraíso, nadie quiere estar en el infierno. Las puertas del paraíso no pueden ser cerradas, es más factible trabajar en convertir nuestros países.

Hace un mes salió en los diarios que cuando esté acabando el Ramadán habrá un día en que los oratorios de Barcelona estarán abiertos al público ¿ Qué opina de esto?
La invitación siempre está, es otra casa de dios más, como la de los judíos, católicos, etc. Si no entran no pueden conocer, y si no conocen no se pueden acercar a nuestra cultura. Eso es sí, es importante que se tenga una actitud respetuosa, entender los reglamentos. En general no entra gente, pero es una relación recíproca, los musulmanes tampoco solemos entrar mucho a las iglesias. Yo sí conozco, pero soy una excepción. Los oratorios están siempre abiertos, yo entiendo para qué vamos a abrir una puerta que no nunca ha estado cerrada.