Tiempo
de alianzas
por:
Gabriela C. Torres G.
Los pronósticos
dejaron con apetito a los socialistas. Supuestamente debían
arrasar en las municipales, consolidarse como los reyes de
Barcelona, pero esto no ocurrió. Fueron
duramente castigados por un electorado que les arrebató cinco
regidores y depositó su confianza en las otras opciones
de izquierda.
Quizá estos sean los primeros síntomas de un partido
desgastado tras 24 años frente al consistorio barcelonés.
O quizá la política de campaña, concentrada
en Pasqual Maragall para las generales, debilitó al candidato
municipal.
El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) fue el más
votado en la comunidad y obtuvo mayoría absoluta en Sitges,
Sabadell y Olot; la mantuvieron en L’Hospitalet de Llobregat,
Esplugues, Cornellà, Santa Coloma de Gramenet y Sant Boi.
Aunque volvieron a ganar en Girona, Lleida, Terrassa y Mataró,
perdieron la mayoría absoluta que tenían. Y no
han logrado conquistar sus grandes objetivos electorales: Tarragona,
Vic y Sant Cugat.
Joan Clos fue el cordero que había que sacrificar para
obtener el poder en octubre. “Como nos daban como ganadores
absolutos en las encuestas, eso hizo que votaran menos por nosotros”,
dijo ayer tras conocer los resultados de la elección.
Le queda el consuelo de que los votos perdidos no premiaron a
CiU, sus rivales más importantes. Ahora, en Barcelona,
toca renovar el pacto con Esquerra Republicana (ERC) e Iniciativa
per Calunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa (ICV-EUiA).
También es tiempo de reflexión para los socialistas.
Tendrán que darle la vuelta al desgaste que viven luego
de tantos años al frente del gobierno de la capital catalana.
De lo contrario estos podrían ser los últimos cuatro
en el Ayuntamiento.