Un
partido de orden
por:
Federico Peña
El Partido Popular ha pasado, en menos de 25 años, de ser la cuarta
fuerza política española a gozar de mayoría absoluta en
el Congreso de los Diputados. Pero el desgaste de la gestión Aznar en
el último año amenaza con perjudicar las posibilidades de los
candidatos del PP.
“Creemos en la democracia, pero en la democracia con orden, con ley y con
autoridad”. Con estas palabras Manuel Fraga hizo público el nacimiento
de Alianza Popular (AP) en 1976, partido que presidió durante diez años.
Dentro de las filas de AP había muchos políticos ligados al régimen
franquista, como el mismo Fraga, quien ocupó la cartera de Información
y Turismo durante siete años.
El proceso de renovación de los
populares comenzó después
de las segundas elecciones generales, en 1979, cuando la agrupación
obtuvo sólo nueve de 350 escaños, lo que supuso la salida de
los sectores más derechistas.
Desde entonces,
Fraga lideró en solitario el proyecto. Ejerció una
oposición basada en el respeto a la Constitución –de
la que él mismo fue uno de los “padres”–,
pero abogando por políticas de contenido conservador.
En 1986, el veterano político abandonó la dirección nacional
del partido para presentarse un año más tarde como candidato
a la presidencia de la Comunidad Autónoma gallega. Sin embargo, Fraga
siguió siendo la piedra angular y principal referente de la agrupación
política, incluso cuando en 1989 se refundó el partido bajo el
nombre actual: Partido Popular.
Ese mismo año, el actual presidente de la Xunta designó a José María
Aznar como candidato a la Presidencia del Gobierno. Pero el PP no alcanzaría
el poder hasta 1996, ayudado por los escándalos de corrupción
que salpicaban al gobierno del PSOE y a la pésima coyuntura económica.
Con Aznar vinieron nuevos nombres: Javier Arenas, Rodrigo Rato, Jaime Mayor
Oreja o Mariano Rajoy. La aplicación de políticas de corte neoliberal,
la privatización de algunos servicios públicos y el crecimiento
económico, llevaron al partido a su mayor éxito electoral en
el año 2000, cuando ganaron por mayoría absoluta, obteniendo
183 asientos en el Congreso.
En su segunda legislatura, Aznar ha dado continuidad a esas políticas
y ha reforzado el rol de España como principal inversor en América
Latina. Sin embargo, en el último año, acontecimientos como la
huelga general del 20-J, el hundimiento del Prestige, el alineamiento con Estados
Unidos en el conflicto con Irak y la falta de definición sobre el sucesor
de Aznar han desgastado el poder del PP.
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