Carnaval en mayo
María da Glória de Souza, Ana Virginia Massaguer y Fernando Campelo


El baile, el ritmo y la alegría brasileños tomaron el Passeig de Gràcia , coincidiendo con el primer sábado veraniego del año, de la mano de Carlinhos Brown y su camarote andante. La iniciativa tuvo una respuesta multitudinaria y reunió alrededor de 400 mil personas, en una nueva demostración de respuesta popular por parte de los barceloneses.

Familias enteras asistieron al Carnabalona, como se quiso denominar a la particular adaptación barcelonesa que se hizo del carnaval de Bahía. El equipo de 60 personas, entre músicos y ballet, incitaron al baile durante más de cinco horas. A pesar de la vibrante interpretación de los temas, no todos los asistentes se contagiaron del virus musical. Las barreras del desconocimiento, la timidez y un sonido que no llegaba a todo el público pudieron ser las causas del escaso movimiento de caderas que se detectó entre los congregados, a diferencia de lo que hubiera ocurrido en Brasil.


Carlinhos Brown, en su afán por adaptar el espectáculo a la ciudad, hizo varios guiños a la cultura catalana. En su repertorio, ligeramente distinto al habitual en Salvador de Bahía, integró una versión del himno “Els Segadors” a ritmo de samba. Entre el público, dos gusanos con los colores de la senyera precedían a la carroza, también inspirada en el arte catalán. El diseño del camión homenajeaba a Gaudí y su conocido dragón.

Mientras los vips, con el alcalde Joan Clos a la cabeza, bailaban sin agobios en lo alto de la carroza, conocida en Brasil como trio elétrico, el público intentaba acercarse como podía a la misma para ver, escuchar y bailar. Aquellos que buscaban a Carlinhos entre los invitados no lo encontraban. A diferencia del carnaval de Bahía, el músico cantó a ras de suelo para reivindicar la popularización del artista. Dos cordones de seguridad protegieron al tribalista y su grupo, compuesto por percusionistas y una bailarina denominada baiana, de los empujones del público.

Los colores verde y amarillo predominaron entre el gentío, brasileño o no, en una muestra de que el país tropical está más de moda que nunca en Barcelona, gracias al nuevo ídolo de la ciudad, y gran ausente del evento, Ronaldinho. También se echó en falta la famosa caipirinha y altavoces que reprodujesen el sonido a lo largo de todo el recorrido. Sin embargo, no faltaron las camisetas del pentacampeón, brasileños nostálgicos, demostraciones espontáneas de capoeira y el caos carnavalesco.

La caravana partió de Diputació con Passeig de Gràcia y subió hasta la plaza Joan Carles I para volver a su punto de partida. El cierre de estas calles, y algunas adyacentes, provocó numerosas retenciones de tráfico.

Los valores de la integración y la diversidad cultural que promueve el Fórum consiguieron su objetivo gracias al Carnabalona de Carlinhos Brown, y Barcelona fue una ciudad brasileña más durante unas horas. Inolvidable.