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Más poder para España
LYDIA LARREY

Apenas quedan tres meses para la celebración de las elecciones europeas y el Partido Popular, tras la resaca de los comicios autonómicos en el País Vasco y Galicia, de las que ha salido con fuerzas renovadas, apenas empieza a centrarse. No ha sido hasta el pasado 5 de marzo, cuando se ha formado el comité de campaña, que coordinará la  vicesecretaría de Organización y Electoral, dirigida por Ana Mato, y en los próximos días Jaime Mayor Oreja, candidato de los populares, reunirá a los eurodiputados de su formación en Estrasburgo con el fin de planificar las estrategias con las que afrontarán el proceso.

LOGOTIPO DEL PP CATALUNYA (Fuente: PPC)

Lo único que sí se puede adelantar es el apoyo mutuo que se darán la formación presidida por Mariano Rajoy y  la Unión por un Movimiento Popular (UMP), partido del presidente francés Nicolas Sarkozy, cuyos líderes participarán en diversos actos electorales a ambos lados de la frontera.

El Partido Popular está adscrito al Partido Popular Europeo (PPE), que aglutina formaciones de centro derecha, liberales, democristianos y conservadores. Entre estos grupos se encuentran Unió Democrática de Catalunya, Forza Italia, Christlich Demokratische Union (Unión democristiana de Alemania) y el ya mencionado Union pour un Movement Populaire.  Para la próxima cita, el que fue ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, ha participado en la elaboración del programa electoral con el que el PPE concurrirá a las elecciones y en el que habrá una parte dedicada a España.

Tradicionalmente el Partido Popular ha intentado apartarse de las posiciones federalistas del Tratado Constitucional, al tiempo que considera que España no tiene el lugar que se merece en función de su peso económico y político, de hecho todos sus esfuerzos van en esa línea.

Un ejemplo es la consideración de Alejo Vidal-Quadras (actual eurodiputado y posible candidato catalán a las elecciones del 7 de junio), en referencia al Tratado de Lisboa (ratificado en el Congreso en junio de 2008) de que significa la pérdida de decisión y maniobra dentro del Consejo.

El tratado de Niza, una apuesta fuerte
Otros procesos anteriores no han recibido críticas tan abiertamente, como el Tratado de Niza (2001), que  fue negociado y defendido a ultranza por el entonces presidente del gobierno, José María Aznar, ya que prácticamente equiparaba España, en cuanto a cuota de poder, a los países más grandes.

Pero la Constitución Europea, con la ampliación de miembros, truncó el sueño de Aznar. En el borrador se preveía  que con una mayoría simple de estados miembros que representen al 60% de la población, basta para que una decisión sea aprobada, lo cual significa una reducción de  la cuota de poder otorgada a España en Niza  y disminuye sus posibilidades de bloquear decisiones en la Europa de los 25 sobre todo en lo que se refiere a la cuota de poder adquirida por España en el Tratado de Niza. Ello provocó un enfrentamiento entre el presidente José María Aznar y sus homólogos alemán, Gerhard Schröder, y francés, Jacques Chirac, y que provocó un estancamiento de las negociaciones acerca del texto constitutivo en diciembre de 2003. Un diálogo que no fue retomado hasta la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2004.

Su deseo de su política europeísta la demostraron cuando, a  pesar de su disconformidad con el resultado de las negociaciones del gobierno socialista en cuanto al papel de España en la que iba a ser la Constitución Europea, el Partido Popular decidió apoyar el voto favorable a la Constitución en el referéndum celebrado en febrero de 2005, ya que tampoco pretenden dar la espalda a Europa.