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Sin nada más que hacer

El paro crece aun más entre los inmigrantes

ENRICO LORENZINI | VIOLETA MOURA

Hace frío en estas mañanas invernales, y a pesar de esto la gente se presenta frente a las oficinas de trabajo antes de su horario de apertura, las 8.15. Todavía no hay luz, pero ya se va creando la cola. Todos tienen algo en común: han sido despedidos. Uno dice que antes trabajaba como albañil, otros estaban en la industria o en los servicios. Se sienten iguales y sus rostros revelan la misma expresión extraviada y un poco dormida. Entre ellos se ven caras de todas partes.

“He venido de Bolivia que ya tenía contrato, tuve suerte. Luego me quedé enfermo, y la empresa me pagó el hospital. Cinco meses. Justo el tiempo de acabar el contrato y entender que no iban a renovármelo” dice

Análisis: El dinero lo cambia todo.
Néstor Calle: Entidades Bolivianas de Catalunya.
Los inmigrantes buscan la integración laboral

Mateo, llegado para trabajar en una empresa de seguridad en la calle Bonanova. “En la oficina me han dicho que me arreglarían un trabajo, pero nada, y ya son 5 meses, y el paro se acabará”, sigue.

Sin despidos, pero sin trabajo
El colectivo de los inmigrantes es el más afectado por la crisis, su tasa de paro dobla la de los españoles (21,26% según la ultima EPA), y su ritmo de crecimiento duplica el de los catalanes. Cataluña es la comunidad autónoma donde se concentra el mayor número de inmigrantes con autorización de residencia. La mayor parte está en la provincia de Barcelona donde, en el último año, la cifra de inmigrantes parados ha superado el doble del 2007, con más de 55.000 personas. Esto es debido en gran parte a que los inmigrantes trabajan con contratos temporales en los sectores más afectados por la crisis económica, como la construcción y los servicios. Como Mateo, muchos de ellos tampoco han sido despedidos, sino que se les ha vencido el contrato sin ser renovado posteriormente. Además, el número de inmigrantes que se suman a la población activa sigue

creciendo, aumentando en términos relativos el paro de este colectivo.

Paralelamente, el número de irregulares aumenta a un ritmo del 3% y, por primera vez, esto no se debe sólo a la llegada de nuevos “sin papeles”, sino que muchos que ya los tenían ven rechazada la renovación. “Los términos de renovación son aplicados muy estrictamente por el estado, y muchos inmigrantes con permiso de residencia no consiguen cotizar bastante para obtener la renovación. "El Gobierno debería ser más flexible si no quiere que el nivel de irregulares crezca sin control” denuncia Ghassam Saliba, responsable de inmigración para CC.OO en Cataluña. El delegado del Gobierno en Cataluña subraya por su parte el descenso de solicitudes presentadas a su entidad, y atribuye la causa de esta tendencia en la crisis económica, que desincentiva la llegada de nuevos inmigrantes. La pérdida de puestos de trabajo se observa también con el respectivo crecimiento del porcentaje de inmigrantes que trabaja en la economía sumergida, que ha llegado a alcanzar el 53%, según datos de CC.OO. en Cataluña.

Volver, la última alternativa
“Yo no pienso volver a Ecuador, todavía tengo que terminar mis estudios aquí, y quiero seguir ayudando a mi madre para terminar de comprarse una casa allá”, dice Vicente, óptico de ojos grandes y azules, que acaba de ser despedido de su oficio. “Me pagué el máster en optometría médica tras ahorrar dinero en Miami. Hace siete años me vine a Barcelona, me traje el dinero cuando todavía el cambio era favorable por suerte. Seguí ahorrando, y por fin ahora estoy realizando mi sueño. El problema es que sin trabajo no sé cómo seguir, espero que me den pronto el paro para concentrarme en mis estudios, y antes o después esta crisis terminará. ¡Yo quiero seguir viviendo aquí!”

Tras las críticas por parte de amplios sectores sociales y de los sindicatos, el gobierno español ha propuesto un nuevo plan de retorno voluntario, asegurando el cobro de la prestación del paro en dos plazos a los inmigrantes que decidan volver a su país. Por ahora parece que el plan no ha tenido

La construcción es el sector más afectado

grandes efectos. La desilusión de tener que abandonar un proyecto de vida, y la percepción de una “expulsión encubierta”, (como declaró a BBC Mundo Santiago Morales, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones Ecuatorianas) hace que solo alrededor de 1400 inmigrantes hayan solicitado el retorno hasta ahora. “Lo que puedo conseguir aquí es mejor de lo que pueda conseguir en mi país, y la situación mejorará. Mi familia depende de lo que yo le envíe”, dicen la gran mayoría de ellos.

Pero quizás la situación esté cambiando. La oficina de Cruz Roja en Barcelona, que asesora a los inmigrantes con el plan de retorno, está recibiendo cada vez más visitas, tantas que es difícil tener cita. Estas entidades son reticentes a dar los nombres de sus asistidos, guardan sus identidades con celo porque temen nuevas oleadas de intolerancia. De hecho, no son muchos los inmigrantes que quieren hablar. La percepción de la crisis es aún más intensa entre este colectivo, porque la preocupación es que desate la intolerancia y la no aceptación por parte de los españoles.

Mientras tanto habrá muchas mañanas más en que el guardia llegará a abrir la oficina de empleo y encontrará muchos rostros en una cola, cada vez más larga. Todos ellos pensando en lo que su vida hubiera podido ser y que ya no será. Todos iguales, aunque diferentes