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El efecto dominó

La prudencia en el consumo castiga al pequeño comercio

LYDIA E. LARREY | EVA BARRIO

Las malas noticias en el plano económico fueron claras protagonistas del año 2008. Los políticos y economistas de todo el mundo daban señales de alerta. Los medios de comunicación no daban descanso, la crisis era la primera nota. El debacle económico se convirtió en una epidemia global. Esta atmósfera de incertidumbre, junto a las malas cifras obtenidas durante los meses de octubre y noviembre, sumieron a los comerciantes en un clima de pesimismo. De esta manera, como parte de una estrategia comercial desesperada, el comercio barcelonés optó por recurrir a promociones y campañas buscando reactivar el consumo y salvar así el mal año. Pronto se extendieron los escaparates atestados de carteles que rezaban: “Promoción de navidad: manicura, maquillaje y peinado 35 euros”. “Calzoncillos: antes, 8,95 euros; ahora, 6,95 euros. Grandes descuentos en el interior”. “La semana del crucero: ahorre un 10%. Vive las fiestas, selección de productos en oferta”.

Análisis: Vender, a cualquier precio
Joan Mateu: Fundació Comerç de Barcelona
Las rebajas inundan los escaparates

La crisis, más mental que real
A lo largo de 2008, y especialmente durante el último trimestre, el pequeño comercio sufrió las embestidas de una crisis económica sin precedentes. Sin embargo, las previsiones más pesimistas que apuntaban a un descalabro comercial, no llegaron a cumplirse. La disminución de precios, disfrazada con sinónimos como ofertas, oportunidades y promociones para no incumplir la normativa autonómica, durante la campaña de navidad, parece haber funcionado aunque con matices.

En volumen, el número de artículos vendidos ha sido muy similar al del año anterior, aunque se estima que la facturación total ha disminuido entre un 5% y un 10% respecto a 2007.Las voces de alerta que llamaban a estrecharse el cinturón, contagiaron a los comerciantes de un miedo que terminó siendo más mental que real. Pero no todos han corrido con la suerte de conseguir paliar los efectos de la crisis.

Los datos apuntan a que el pequeño comercio reaccionó con rapidez y acertadamente ante la crisis. “En noviembre tocamos fondo. Peor no podía ir el negocio. Diciembre nos ha enseñado que el consumidor no se ha dejado influir por los mensajes negativos, y que el ciudadano ha recuperado la confianza”, ha señalado Miguel Ángel Fraile, secretario general de la Confederació Catalana de Comerç.

Pero no todos han corrido con la suerte de conseguir paliar los efectos de la crisis. Aunque no con las proporciones que se preveían, sectores como el mobiliario, la decoración o los electrodomésticos, terminaron el 2008 con una notable caída en las ventas. Esto como consecuencia del frenazo del mercado inmobiliario y del hecho de que estos comercios ofrecen artículos que no son indispensables, por lo tanto el consumidor decide aplazar su compra.“La gente piensa: esta nevera, ¡huy!, deberíamos pensar en cambiarla. Va, lo dejamos para el año que viene. Pero por ejemplo zapatos u otros productos que necesitamos a diario, no han sufrido tanto la crisis”, señala Joan Mateu, director de la Fundació Barcelona Comerç.

La desconfianza, un pez que se muerde la cola
En cualquier caso los comerciantes buscan ante todo vender. Y vender fue lo que hizo el pequeño comercio en Barcelona que consiguió salvar una campaña Navideña marcada por el pesimismo. Un pesimismo que sigue presente alimentando la desconfianza y frenando el consumo. Tal vez por eso

Puesto de frutas y verduras en La Concepció

los comerciantes no dieron ni un respiro. El día que terminaron la campaña de navidad, comenzaron las rebajas de invierno. Las malas noticias económicas no han parado; las rebajas tampoco