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Vender a cualquier precio

El comercio minorista se salta las leyes de oferta y demanda

EMMA CERDÁ

En poco menos de un año la palabra crisis ha pasado a estar a la orden del día de los ciudadanos de Barcelona. Algo similar a un estado de caos donde los consumidores compran según sus percepciones olvidando, muchas veces, las circunstancias reales de sus ingresos. Ante esta situación, los comerciantes minoristas de la ciudad han puesto en marcha algunas estrategias, de exitoso resultado, y que poco tienen que ver con sus previsiones iniciales.Según datos de la Cámara de Comercio de Barcelona (CCB) las ventas de las pequeñas y medianas empresas sufrieron una leve caída en el tercer trimestre de 2008. Las previsiones para el cuarto no indicaron mejorías (véase gráfico) y los comerciantes minoristas preveían una de las peores campañas de Navidad de los últimos años.

Reportaje: El efecto dominó

Ante el miedo de quedarse con gran parte del stock, este año la campaña Navideña se distinguió por unos precios muy bajos, casi al nivel de las rebajas. Este tipo de política es análoga a un recorte de impuestos. Los comerciantes mantienen la capacidad de compra del consumidor, de la misma manera que el Gobierno reduce impuestos para intentar que ese ingreso extra que destinaba al pago de los mismos lo pueda utilizar para impulsar el consumo. Asimismo, como parte de la estrategia comercial del sector privado e intentando anticiparse a la competencia y ganar mercado, las rebajas se dispararon desde antes de Navidad, cuando normalmente sucedía completamente al revés.  En periodos de expansión económica, cuando la Navidad está por llegar, la demanda por consumo aumenta y los comerciantes aprovechan para vender más caro.

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Por el contrario, cuando acaba la temporada y baja la demanda pero todavía cuentan con inventarios, bajan los precios para atraer clientes y liquidar el stock. La actual crisis hace que la demanda agregada se reduzca a pesar de la temporada Navideña por lo que las tiendas intentarán rematar el inventario. Aunque, como en todo, los comerciantes han sacado algún provecho de la crisis. Al contrario de lo que podría creerse, los alquileres han bajado y se ajustan a precios mucho más asequibles. Hace poco más de un año, el boom de la construcción era una realidad que dejaba el alquiler a precios desorbitados; hoy, los comerciantes han visto reducidos sus costes, lo que ha supuesto un alivio en medio de la incertidumbre en que se vive.

La actividad económica de los pequeños y medianos comercios representan el 30% del PIB total de la ciudad pero, si la crisis de confianza que se ha levantado entre los consumidores continúa, el pequeño comercio lo acabará pagando. Es un pez que se muerde la cola y que puede cambiar únicamente impulsando el consumo.