PORTADA>>Fortalezas y debilidades de La Vanguardia

El riesgo de la continuidad

Por Céline Gesret y Alberto Barbieri

Foto:Céline Gesret
Foto: Céline Gesret

La Vanguardia es el diario más antiguo y leído de Cataluña y, por eso, uno de lo más tradicional de la sociedad catalana. Eso significa que puede contar con un público de lectores aficionados que ven en sus páginas algo tranquilizador y de toda la vida como el pa amb tomàquet. Y las costumbres tan radicadas, se sabe, constituyen una renta para los diarios, que buscan en la continuidad sus garantías de supervivencia.

Sin embargo esa continuidad puede ser un obstáculo para alcanzar una base de nuevos lectores, especialmente jóvenes, que no se ven reflejados en el diario catalán conservador y burgués por excelencia.

El mismo proceso de alejamiento de una parte del electorado conservador hacia su histórico referente político, Convergencia i Unió (CIU), que se ha verificado en los últimos años, es pensable que se manifieste también en el mercado de los lectores. Eso a menoscabado a La Vanguardia, que del conservadorismo catalán es, de alguna manera, el portavoz.

Aún así la joya del Grupo Godó sigue siendo el diario más representativo de la clase media catalana y aprovecha de las relaciones preferenciales que mantiene con toda la clase dirigente de la región para salvaguardar y reforzar su posición de privilegio en el panorama comunicativo de Cataluña.

 La Vanguardia ha sabido desarrollar un discurso de fidelidad con sus lectores y se ha convertido en le periódico con más subscriciones de España. Como la mayoría de los periódicos también La Vanguardia publica varios y distintos suplementos, para rendir más amplio el espectro de potenciales lectores. De particular interés la contraportada del diario que es una de sus más afamadas secciones. Es un espacio de entrevistas donde a menudo sorprende por los curiosos personajes que presenta.

Una Fortaleza Dinástica
Ser fiel a los valores que se inyectaron en los primeros números de La Vanguardia hace más de 125 años. Es la  constante que resurge últimamente en el discurso del último eslabón de la familia Godó, Presidente y Editor del Titular, Javier Godó.
A pesar de la creación del grupo mediático Godó, en el 1996, la política de comunicación del diario se basa en la palabra “fidelidad” hacia el lector.  Esto se consigue con la imagen de la dinastía, y no profanar a los fundamentos del diario “pensado en catalán y escrito en castellano”. ¿Puede la dinastía Godó sobrevivir a la expansión mediática del grupo? En el 2006, el Conde de Godó contestó a la prensa que entre los factores de éxito de la compañía está la figura de la empresa familiar y que pase lo que pase la gestión y el liderazgo seguirán entre manos de los Godó.