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Del transistor al ratón

Por Begoña Goitia

Foto: Carine Mansour
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Internet, Podcasts, radio en el teléfono móvil. Estas son algunas de las innovaciones tecnológicas más mencionadas por profesionales y consumidores de radio cuando se trata de trazar el camino por el que este medio tendrá que transitar los próximos años. Pero, ¿por qué ha de temer la radio, la plataforma que logró sobrevivir a la televisión, a estas nuevas tecnologías? ¿Qué pueden aportar al oyente que no proporcione ya el formato actual? Y en última instancia, ¿cómo afectará este fenómeno a la financiación radiofónica?

En primer lugar, conviene aclarar la situación actual de asentamiento de la radio por internet y los podcasts. Todas las grandes cadenas de radio (Ser, COPE, Onda Cero, RNE, etc) ofrecen ya la posibilidad de escuchar su programación en directo a través de su página web, y los programas estrella de cada casa se han apresurado a subirse al carro del podcasting. Los podcast son grabaciones susceptibles de ser bajadas al ordenador o al reproductor mp3 para que el usuario las escuche cuando desee. Las principales cadenas ofrecen todas las facilidades posibles para suscribibirse a sus podcasts, en una clara apuesta por estas tecnologías como medio para afianzar la clientela, para establecer una relación de fidelidad con el oyente: hoy los fans de Carlos Francino pueden escuchar las entrevistas de su programa "Hoy por Hoy" en el metro de camino a casa entre canción y canción de su reproductor mp3 semanas o meses después de que éstas hayan tenido lugar.  Para muchos, este es el camino del futuro: una programación a la carta, sectorial, disponible cuando y donde el usuario quiera. ¿Y cómo se traduce esto en términos de inversión publicitaria? La respuesta para algunos profesionales del sector es clara: anuncios a medida. Y es que la descarga continuada de determinados contenidos supone una información valiosísima para las empresas: acceder a los gustos de cada cliente pudiendo así ofrecer una  publicidad personalizada (y por tanto, sustancialmente más eficaz) puede traducirse en un aumento de los ingresos de las cadenas, siempre que éstas y las empresas publicitarias logren ir de la mano a la hora de abordar esta nueva tecnología.

La otra cara de la moneda son los podcasts "caseros" (que serían algo así como audioblogs) y las descargas musicales P2P (de usuario a usuario), productos ambos de la democratización global que ha propiciado Internet. ¿Sobrevivirán las fórmulas generalistas a estos fenómenos? ¿Por qué habría de soportar la engorrosa publicidad de Onda Cero si puedo tener mis contenidos "limpios" extraídos directamente de la red?
La clave en este caso puede estar en la inmediatez de la radio, su capacidad para transmitir noticias, eventos en tiempo real desde cualquier lugar. Y por supuesto, en la calidad de sus contenidos frente al marasmo de informaciones que flotan por la red, carentes de la credibilidad de ciertos medios ya asentados.

Esta es finalmente la conclusión que ha de extraerse sobre la supuesta "amenaza" que se cierne sobre la vieja radio: sea a través de transistores, pantallas de ordenador, reproductores de mp3, o cualquier formato venidero, la radio subsistirá en tanto sus contenidos se adapten a las necesidades del consumidor y a ciertos estándares de calidad y solidez.

Ante tantas voces proclamando (de nuevo) el fin de la radio, conviene no olvidar que el formato sólo es el instrumento del mensaje