Hoy no fue un día cualquiera para Meritxell Mir. Para esta periodista, de 29 años, Master en Columbia University, este jueves no se resumió a publicar noticias de agencias, sino que tuvo tiempo para escribir su propia nota. Redactora de ADN.es, el sitio web del diario gratuito ADN, le llamó la atención la implantación de pantallas de plasma en la Catedral de Barcelona, sin grandes alarmas. Meritxell ofreció la pauta y, tan pronto aprobada, se puso a trabajar.

Llamó al Arzobispado que, aunque formado por señores de edades incontables, creyeron normal el tener televisores altamente modernos en una catedral gótica del siglo XV. Intentó conocer la opinión del Ayuntamiento, pero su gabinete de prensa sobradamente preparado hizo bien su trabajo: complicó el de los periodistas. “Me paso el día peleando con los gabinetes de prensa”, se enfada Meritxell.

Según los asesores de prensa del Ayuntamiento, esa es una cuestión del Arzobispado “La catedral está en Barcelona y el Ayuntamiento es el responsable de la ciudad y del turismo. ¿Cómo puede no hablar del tema?”, cuestiona.

Pero no se da por vencida. Su próxima pelea es lidiar con expertos en arte que desaprueban la decisión, pero no quieren hablar para no enemistarse con los sacerdotes. Necesita buscar gente que se moje y opine sobre las pantallas. Tiene un largo día por delante.

En la redacción de ADN en Barcelona, Meritxell Mir es la primera a llegar. En su nuevo horario – el quinto en un año desde que trabaja allí -, la rutina empieza a las 9. Con la redacción aún vacía, su primera tarea es volcar en Internet el material, como fotos y gráficos, que salieron en el papel y todavía no están en la web. Eso porque la sede del periódico impreso está en Barcelona, mientras la del ADN.es está en Madrid. Así que los catalanes sirven de puente entre las dos redacciones y envían los archivos originales del papel a los cuales los madrileños no tienen acceso.

Tarea cumplida, empieza de hecho su jornada laboral. Meritxell es la responsable de los contenidos de Barcelona. Buena parte de su día, lo pasa colgando las noticias que llegan de agencias. “El periodismo de Internet hoy, se hace básicamente así”, cuenta. “Tener contenidos propios es muy difícil”, lamenta.

Pero la joven de sonrisa larga y un 1,60 metros de altura es grande en su ambición. Terminar el texto sobre las pantallas en la catedral no significa haber concluido su labor. En el fin de semana, fuera de su horario de trabajo, planea ir hasta el templo grabar el video de la noticia y escuchar la opinión de los fieles. En su tiempo libre, Meritxell practica el buen periodismo.