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Libros, viejos y
mucha calma |
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Por Iván
Bolaño |
Nueve hectáreas
de motos ruidosas, de jubilados paseando a sus perros,
de botellones, de zonas residenciales. Pedralbes alberga
la ciudad universitaria desde hace ya cinco décadas.
Actualmente el matrimonio entre habitantes de Pedralbes
y universitarios ya se ha consumado. La vida tranquila,
los grandes parques y jardines de los que disfrutan
los vecinos han entrado en sintonía con los anchos
espacios y ambiente estudiantil del campus.
Pero no siempre fue así. Las facultades pisaron
suelo en Pedralbes después de una larga y gran
polémica. Los edificios de la Plaza Universidad
se habían quedado insuficientes y se optó
por trasladar el núcleo universitario a las afueras
de la ciudad. Las razones estaban en la ansiada expansión
urbanística, y en la necesidad de alejar del
centro las cada vez más frecuentes revueltas
estudiantiles que molestaban la vida y la opinión
pública. |
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Su ubicación fue motivo
de conflicto: el régimen franquista
prefería la zona alta de la Diagonal.
Era vistosa y prestigiosa, bien comunicada
(por la avenida Diagonal podían entrar
sin problemas los furgones de la policía
en caso de que hiciera falta) y además
los terrenos había que comprárselos
a buenas familias y grupos de presión.
Pero para el Ayuntamiento, los jóvenes
y la Junta de arquitectos ésta
no respetaba el Plan de Ordenación
de Barcelona, y preferían la zona de
Montjuïc cercana a la plaza de España,
zona marginal y colapsada que necesitaba una
revitalización, y que se trataba de
un ámbito más común y
unido.
Triunfaron los primeros. La ciudad universitaria
se repartiría en los dos costados de
la parte
final de la Diagonal.
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Es
así como llegaron a Pedralbes la mayor
parte de las facultades de la Universidad de
Barcelona y parte de la Universidad Politécnica
de Cataluña.
La influencia en los alrededores
de la Universidad siempre es notable. Poco a
poco las necesidades y la vida de los estudiantes
se van imponiendo con una dinámica expansiva.
Aunque a veces el barrio es un ‘mírame
y no me toques’, varios son los niveles
en los que el núcleo universitario deja
su huella. Aparecen de manera instantánea
lugares donde comer barato, negocios de fotocopiadoras,
cafeterías donde matar las horas, colegios
mayores y residencias estudiantiles. Espacios
abiertos y verdes que suelen quedar entre las
facultades mejoran la calidad urbanística
del barrio. La Universidad contribuye con sus
instalaciones al entretenimiento y a aumentar
el nivel de vida cultural de Pedralbes. Como
declara Mateo Monrós, un vecino de la
zona: “el barrio está muy en sintonía
con la Universidad. Me vengo a pasear muchas
veces por aquí el perro. Me gustan éstas
calles y el ambiente universitario es majo”.
Sin embargo, declara que lo que menos le gusta
es el consumo de drogas por parte de los jóvenes. |
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El choque
generacional está presente. En varios aspectos
las implicaciones sociales son inevitables. La densidad
de la población en esta zona es baja, y la universidad
no ha contribuido a cambiar la situación. Comenta
Montserrat Beltran, encargada del Arxiu Municipal del
distrito de Les Corts: “La construcción
de la ciudad universitaria no favoreció el aumento
de la densidad del barrio. Aquí no vive mucha
gente. Esta zona tiene muchos edificios de oficinas
y la llegada de las facultades continuó por esa
línea”. La Universidad ha ayudado a rejuvenecer
la población y la ha convertido en una
de las más jóvenes de la ciudad, ha aumentado
el nivel de estudios del área muy por encima
de la media de Barcelona y ha contribuido a rebajar
el poder de adquisitivo del barrio.
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En uno
de los barrios más envejecidos y pudientes de
la ciudad, porros y litronas siempre están mal
vistos. Sin embargo el incivismo no se palpa en el ambiente:
el índice de criminalidad está por debajo
de la media barcelonesa. Desde la asociación
de vecinos “Zona Universitaria”, las reivindicaciones
más usuales son las relacionadas con la falta
de aparcamientos, la limpieza y los transportes públicos.
Respecto a las costumbres universitarias los vecinos
piden que los locales nocturnos cumplan con las normativas
y que se controle las fiestas en la calle.
Hay vecinos que no se quejan e incluso consideran que
el gremio estudiantil ahora es más calmado.
Como dice Ernest Carandell, vecino de la zona “cuando
yo era joven me acuerdo que los universitarios eran
más revolucionarios. También tenían
motivos. Pero ahora creo que no hacen nada, ni estudiar”.
Reconoce que la personalidad del barrio tiene gran afinidad
con la vida de las facultades. |
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