Vivir sin un techo
Por Sarah Platt
Con chaqueta de cuero marrón y ojos perdidos se sienta afuera de la catedral de la Barceloneta a pedir limosna a los que entran al templo. ¨A veces llego a los cinco euros al final del día y eso me da pa´ comprar un poco de pan y vino y ahorrar el resto pa´ cuando no tenga¨, dice Santiago. Como mucho de los ¨sin techo¨ que rondan las calles de Barcelona, Santiago lucha a diario para sobrevivir. Si no consigue suficiente dinero para comer, tiene que buscar entre los desechos de la basura a ver si encuentra algún rastro de alimentos, o pedir en un bar o restaurante que le den algo de comer para sostenerse algunas horas más.
Como Santiago, hay aproximadamente 6.000 indigentes más en Barcelona. Son las personas que se ven en la entrada de algún edificio pidiendo limosna, envueltos en pedazos de cartón y bolsas de dormir en los cajeros automáticos, o sentados en alguna plaza con un vino de cartón en la mano.
La condición de los sin techo es posiblemente una de las muestras de marginación y exclusión social más evidente en Barcelona. ¨A diario me tengo que enfrentar con gente que me mira con cara de asco, o con guardias de seguridad en el supermercado que se creen que entro a robar¨, dice John, un sin techo de 52 años proveniente de Suecia .
Esta situación que comporta sobrevivir día a día sin hogar ocurre por diversas razones, pero en la mayoría de los casos se unen la falta de trabajo y recursos con la pérdida de lazos familiares y sociales. Otros factores que también pueden llevar a vivir en la calle son la pobreza, las enfermedades crónicas, el alcoholismo, la drogadicción, la pérdida del puesto de trabajo, la ruptura de la pareja o los problemas judiciales. ¨Yo no tengo vicios. No uso drogas, solo fumo algún cigarrito que me regalan y me gusta el vino¨, aclara Santiago, ¨Esta es la gente que me ha apoyado siempre, mi familia siempre me rechazó¨.
John es otro ejemplo clásico para ilustrar lo que es la vida de un indigente. Y es que terminó viviendo en las calles barcelonesas por infortunas en su vida personal y sucesos que le tocaron vivir como por una trágica lotería. ¨A los 14 años ya había embarazado a mi novia. Para salir del problema, huí con unos amigos a Roma en busca
de otra vida y ahora 38 años más tarde sigo en la calle”, comenta. ¨Mi familia me rechazó completamente, ni siquiera sé donde están. Yo necesito ser libre, hacer lo que quiera, aunque esto tampoco es libertad¨, agrega John. La vida de la calle no es fácil¨.
Núria Font, asistente de la Directora del Servei d´Acció Social que promueve la inserción social de los sin techo, comenta que ¨el problema de los indigentes es muy difícil controlar o solucionar dado que es una población de alta movilidad y en la mayoría de los casos dependiente de alguna sustancia, casi siempre el alcohol¨. En Barcelona los primeros pasos en el proceso de inserción de esta comunidad se realizan en centros de día, albergues y comedores, en buena parte promovidos por ONG´s o el Ayuntamiento de Barcelona. ¨El 52% de los fondos dedicados a los sin techo en Cataluña proceden del sector privado, y el resto están gestionados por asistentes sociales dentro de las políticas municipales de bienestar social¨, explica Carmen Fortea, encargada del tema de los indigentes del Sector de Serveis Personals en Barcelona.
Desde marzo de 2005 se aplica un plan de inclusión social en la ciudad, ya que habría entre 800 y 1.000 personas durmiendo en la calle cada noche, y cada año el sector de servicios personales atiende a unas 3.400 personas sin hogar. En Cataluña, la cifra de los sin techo llega a los 8.000, y durante el año pasado 22.000 personas acudieron a centros de atención en España para gente sin hogar.