Documentos contra el olvido
Por >Iván Bolaño Doforno, Eugenio Fernández Vázquez y Pep Medrano Tous
Después de setenta años, tres gobiernos autonómicos, un cuarto de siglo de reivindicaciones, centenares de titulares de prensa y una Comisión de la Dignidad, quinientas cajas de los Papeles de Salamanca salieron del archivo donde pasaron el franquismo y lo que va de democracia, y llegaron a Barcelona.

Después de setenta años, tres gobiernos autonómicos, un cuarto de siglo de reivindicaciones, centenares de titulares de prensa y una Comisión de la Dignidad, quinientas cajas de los Papeles de Salamanca salieron del archivo donde pasaron el franquismo y lo que va de democracia, y llegaron a Barcelona.(Portaferrisa 1, en Ciutat Vella). Entre los visitantes hay una opinión unánime: los Papeles y su regreso y exposición en Catalunya son una herramienta de la memoria. En palabras de Conchita Font, estudiante de derecho, “es bueno que estén aquí y que se sepa lo que dicen para que no se olvide lo que sucedió, para saber que no todo en la República fue quema de iglesias”.

O, como explican los hermanos Jordi y Mercé Bernat, de 28 y 30 años, “todo esto es importante porque necesitamos saber quiénes somos. Lo pone en la entrada: un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Y no queremos repetir el franquismo.”
Hay quien agrega importancias más particulares, construyendo el hilo de afectos e historias heredades que rodea los Papeles. Teresa Ferrer, ya jubilada de su tienda, fue a la exposición buscando “pillar algo sobre mi padre, que fue escolta de Francesc Macià. Una carta sé que no, porque no quería comprometer a la familia que se quedó, pero algo que explicara cómo salió para Francia cuando la derrota”. Quizá no encontró referencias directas a su padre, pero la emoción le iluminó el rostro al ver las felicitaciones que los alumnos de la Escuela Nacional Mixta la Canya enviaron a Macià cuando en 1932 asumió la presidencia de la Generalitat.
Otros, como Núria Massagué, estudiante de bachillerato, van a la exposición atraídos por la historia contada y compartida por encima de las distancias. “Vine por curiosidad”, dice. “Mi bisabuelo se tuvo que exiliar en Bolivia después de la Guerra porque tenía un cargo en la UGT, y vine para ver cómo era esa época y cómo fue la salida”. Para ella, tras la vitrina estaba desplegada una carta del Socorro Rojo Internacional pidiendo ayuda a los refugiados. O, si lo que buscaba eran más bien referencias sobre la militancia del bisabuelo, pudo ver el cartel en que se lee “Ganaremos la guerra si cambiamos la tinta por un fusil”, impreso por UGT y reproducido sobre una pared.
Algunos, como el ingeniero Eduard Garcia, ven en los Papeles el principio del fin de la impunidad. “Estos papeles son de Catalunya. Lo único que ha sucedido ahora es que vuelven a sus legítimos propietarios. Lo otro es que comienza a hacerse justicia con los expoliados.” Y ante él, un cartel que en negro sobre rojo llama “a defender Madrid para defender Catalunya” y que recuerda en letras pequeñas a Companys gritando “¡Madrileños! Catalunya os ama”.
Y sin embargo, la etapa que dé verdaderamente fin a la impunidad está apenas comenzando. Como explica Ramón Alberch, subdirector del Archivo Nacional de Catalunya, “ahora han vuelto documentos de las instituciones y los partidos políticos, pero el caso más dramático es el de las familias privadas. Se trataba de políticos, académicos, intelectuales o gente de prestigio que salieron precipitadamente y cuyas casas fueron saqueadas. Ahora comienza una segunda etapa de búsqueda y análisis en el archivo para establecer qué documentación pertenece a privados y devolverla. Fue tan grave el robo que hemos encontrado, por ejemplo, la carta de una mujer a su esposo encarcelado, o de un soldado en el frente a su novia. Eso se devolverá a sus propietarios”.