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El reto de ser joven, catalán
y militante del PP |
Por Zoë Marianna
Ruderman, Bernardo Bejarano y Carlos Carvallo |
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Hugo Soto tiene 23 años, estudió
Ciencias Políticas y de la Administración,
y está terminando Ciencias Empresariales
en el poco tiempo libre que le dejan sus responsabilidades
como gerente de pymes de una sucursal de Banesto.
Pese a su exitosa trayectoria, es frecuente
motivo de burla para sus amigos.
Si viviera en otra región de España,
seguramente esto no pasaría. Sin embargo,
vive en Cataluña, donde ser miembro del
Partido Popular (PP) es mal visto o, en el mejor
de los casos, una especie de ridículo
contrasentido político. |
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Soto, vicesecretario de
Organización del PP para Barcelona,
milita desde los 19 años en el
colectivo de Mariano Rajoy. Como él,
5.500 jóvenes luchan para que los
populares dejen de ser prácticamente
marginales en la política catalana.
“Por razones históricas,
el Partido Popular en Cataluña
ha tenido unos resultados que no se corresponden
con los que ha ido obteniendo en el conjunto
de España”, reconocía
antes de las últimas elecciones
Josep Piqué, presidente del Partido
Popular de Cataluña.
Lo cierto es que cuando
se desmoronó la Unión de
Centro Democrático, el primer partido
que gobernó España tras
la muerte de Franco, la Alianza Popular
promovida por Manuel Fraga no estaba lo
suficientemente consolidada dentro de
la sociedad catalana.
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Buena parte de esos votos fue atraída
finalmente por una centroderecha de
corte más local, la de Convergencia
i Unió (CiU), y por la figura
de Jordi Pujol. “Si CiU no existiera,
el PP tendría más fuerza”,
sentencia Soto.
Pero lo preocupante no es que las circunstancias
les hayan otorgado el incómodo
papel de minoría a los populares
de Cataluña, sino la beligerancia
de la que son víctimas. El 31
de enero, el presidente del PP en el
Ayuntamiento, Alberto Fernández
Díaz, denunció el incremento
de las pintadas en las sedes del partido
en la ciudad y los insultos a sus dirigentes,
y lo relacionó con las tensiones
producidas por el proceso de reforma
del Estatut y la devolución de
los ‘papeles de Salamanca’.
Belén García, de 22 años
y miembro del PP en Cataluña,
ha experimentado este rechazo.
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Con motivo de los atentados del 11-M, acudió
junto con otros jóvenes del partido a
una manifestación contra ETA (el grupo
terrorista al que el Gobierno de José
María Aznar le atribuyó los crímenes),
pero se encontró con un gran rechazo
hacia su partido. “Cuando llegamos a la
Diagonal, la gente comenzó a pintar el
autocar que llevaba el nombre del PP. Lo pararon
y nos mostraron pancartas que decían
‘Asesinos’, ‘Aznar asesino’,
‘Franquistas’, entre otras cosas”,
recuerda ella.
“Es complicado ser un militante del PP
en Cataluña”, resume Soto. Entonces,
¿por qué seguir perteneciendo
al PP en un ambiente tan adverso? Cataluña
se encuentra en medio de un debate político
que parece exigirles a los ciudadanos que elijan
entre ser catalanes o españoles. Para
las juventudes populares, su partido les da
una tercera opción: ser catalanes y españoles.
“Por eso me afilié al PP –comenta
Soto–, porque reivindica el derecho a
ser catalán sin ser nacionalista, sin
pretender la división de España”.
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Los
populares de Cataluña, agrega este directivo
del partido, se sienten tan catalanes como españoles
y desean que el catalán y el castellano
convivan en igualdad de condiciones. De hecho,
asegura, en los actos del PP se habla la mitad
del tiempo en la lengua de Pompeu Fabra y el resto
en español.
Según él, toda esta ideología
no llega a la gente porque los medios de comunicación
solamente difunden el estereotipo de fascistas
y españolistas. García recuerda
que ha tenido discusiones con personas de su misma
edad, militantes de otros partidos, que ‘la
acusan’ de ser miembro del PP con tan sólo
22 años. “¿Qué me quieren
decir? ¿Porque soy joven tengo que ser
de Esquerra (Republicana de Catalunya) y cuando
sea más grande ya puedo ser del PP? Me
parece que están equivocados. Esto es una
democracia y cada quien puede ser del partido
que quiera sin importar la edad”, concluye. |
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