Dos Ravales en un Raval
Por Vicente Pastor, Yanina Montalvo,Silvia Sendra y María Boronat
Tengo una opinión mala del barrio porque es un gueto, y un gueto es una mierda”, así define el Raval Rosa Peña, vendedora del mercado de la Boquería. Esta barcelonesa de nacimiento forma parte de uno de los tres colectivos del barrio: aquéllos que llevan viviendo en él toda la vida. Los otros dos grupos están formados por inmigrantes  y por  los que se han mudado buscando la zona de moda.
Hoy, 50.000 personas conviven en este barrio de contrastes,  la mitad son españoles. El resto son extranjeros, sin embargo, dentro de esta categoría distinguimos unos 5.000 de la Unión Europea y 20.000 de países del tercer mundo. En los noventa la superpoblación puso de manifiesto el déficit urbanístico que sufría el Raval. Como consecuencia, hace ocho años, la Asociación de Vecinos del Raval junto con el Ayuntamiento de Barcelona creó el Plan Especial de Reforma Integral (PERI) para solucionar problemas estructurales de la zona. La inversión privada designada para la rehabilitación inmobiliaria supuso una inyección económica de 200 millones de euros que sirvieron para derribar 500 edificios en 14 años.
En el distrito de Ciutat Vella se han construido desde entonces 2.700 viviendas, de las cuales 1.200 pertenecen al Raval. Estos nuevos edificios han acogido al 6,3% del total de la población del barrio. Así se revolucionó el mercado inmobiliario y se cambió el sistema de compra-venta. Pero hay quien desconfía de estas nuevas inversiones: “No se hace por la gente del barrio sino por los que vienen de fuera. Estos cambios hacen que suba el precio de los pisos  pero los sueldos se mantienen”, se queja Susana García, vecina y dependienta de 30 años. La reconstrucción urbanística del Raval ha incrementado los precios de alquiler y compra. Aunque parezca que alquilar un piso aquí es más barato, no es así. Los pisos son mucho más pequeños y la cantidad a pagar es menor, aunque el precio por metro cuadrado sigue siendo elevado: 10 euros.En cuanto a la venta de viviendas de segunda mano las cifras se han triplicado en los últimos años.
En 1992, un vecino podía vender su piso por 792 euros el m2, hoy podría vender ese mismo espacio por 2.959 euros.A pesar de que los precios de los otros barrios de la ciudad siguen siendo más elevados que en el Raval, aquí han aumentado un 37% versus a un 27% en el resto de distritos.
Aunque en el barrio se ha invertido gran cantidad de dinero, los conflictos siguen presentes. Por un lado, se tuvo que determinar qué familias serían realojadas y más importante aún, cual sería la indemnización que se les tendría que pagar. Por otro lado, se cuestiona qué equipamientos y espacios públicos serán los más útiles para la comunidad. Aún así,  el problema que más ampollas sigue levantando es el incipiente incremento de los precios de las viviendas debido a la imperativa revalorización del suelo.
El Raval ha sido objeto de una gran transformación social, económica y cultural en los últimos veinte años. Este cambio ha procurado respetar a la gente del barrio y mejorar sus condiciones de vida. Pero, curiosamente ha sido el imparable incremento de los precios el que ha terminado expulsando de sus hogares a los residentes tradicionales y con menos posibilidades económicas. La creación de diferentes centros culturales como el CCCB o el MACBA, ha ayudado a intensificar esta imagen de barrio fragmentado.
Se esperaba que estos nuevos componentes culturales impulsaran el desarrollo económico de toda la zona. Sin embargo, el sureste del barrio, donde conviven más de 70 nacionalidades,  se ha visto relegado a un segundo plano ya que el epicentro de la cultura se concentra al noroeste. 
Víctor Riera regenta uno de los comercios más antiguos de la calle del Carme. Este catalán de 60 años ha comprobado cómo su negocio se ha visto perjudicado por esta transformación: “estamos estancados comercialmente. Antes venían de  toda Barcelona a comprar, ahora con tanto comercio inmigrante la gente ya no viene aquí a comprar”. Como él, muchos vecinos temen  que el barrio sea absorbido por los inmigrantes.
En el barrio se solapan dos ravales y es difícil definirlo en uno solo. Está el Raval inmigrante y pobre lleno de pakistaníes, magrebíes y filipinos, y el Raval poderoso que atrae a modernos, erasmus, arquitectos y artistas. Pero los dos evocan todavía la esencia de aquel bohemio barrio chino, decorado antaño por  cabarets, cafés-cantante y teatros. Un rincón barcelonés que al unir leyenda y realidad consiguió traspasar todas las fronteras.