Mil euros para pasar el mes
Por Covadonga Bon, Pep Medrano y Manuel Vich
Llevo años queriendo irme de casa, pero con esta mierda de sueldo que tengo, ni me lo puedo plantear, dice Joan Aguiló, un chico de 24 años de Palma Mallorca. Trabaja de mecánico en un concesionario de coches y su sueldo supera por poco los mil euros. Como él, más de 4 millones de personas comparten su misma situación laboral, según el Instituto Nacional de Estadística. Un sueldo de unos mil euros que, si se tienen cargas familiares o hipotecarias, no dan para vivir. De entre ellos, la gran mayoría son jóvenes de entre 16 y 35 años. Joan dejó los estudios a los 14 años. A los 16 hizo un curso de grado medio en mecánica, con el cual consiguió su actual trabajo de mecánico. “No me arrepiento de haber dejado los estudios. Yo no estaba hecho para estudiar”, afirma. Ahora está contento con su trabajo, aunque cree que el sueldo es demasiado bajo.

Vive con sus padres y con tres de sus cinco hermanos. Su intención es irse de casa cuando pueda, pero su sueldo no se lo permite. “Tengo que pagar el seguro del coche, la gasolina, ayudo un poco en casa, dinero para cuando salgo, y a final de mes casi no me queda para ahorrar”, asegura Joan. Él, como muchos otros jóvenes, se vio obligado a dejar los estudios y a ponerse a trabajar. Esa falta de formación les obliga a aceptar cualquier trabajo aunque el sueldo no sea del todo apetecible. Pero no siempre la falta de estudios es la razón para tener un sueldo bajo. Gran parte de las nuevas generaciones poseen un título universitario y dominan varios idiomas, lo que no les compromete a tener un trabajo.

Son los conocidos como mileuristas. Carolina Alguacil, una joven publicista barcelonesa, fue la autora de este nuevo término. Según ella “el mileurista es aquel joven licenciado, con idiomas, postgrados, master y cursillos, que no gana más de mil euros. Gasta más de un tercio de su sueldo en alquiler porque le gusta la ciudad. No ahorra, no tiene casa, no tiene coche, no tiene hijos, vive al día”.Serafín Tato es un gallego de 25 años que hace casi cuatro que vive en Barcelona. Es licenciado en turismo y en publicidad y relaciones públicas. Domina seis idiomas. Trabaja en un tour operador. Pero su situación no es tan buena como la que cabría esperar. “Voy por mi segundo contrato de tres meses y no creo que me ofrezcan nada más cuando lo acabe”, afirma Serafín. “Seguro que cuando me vaya encontrarán a alguien que haga lo mismo que yo por menos dinero”, añade. En la actualidad el número de licenciados es muy alto.
La sobretitulación hace que no otorgue ningún plus tener un título universitario. Actualmente los jóvenes salen de la universidad muy preparados, pero lo hacen en campos no reclamados por el mercado. Según un estudio de CC.OO., uno de cada tres jóvenes de 25 a 29 años esta convencido de que el nivel de formación requerido en su puesto de trabajo es inferior al que tiene. Un reciente informe de la Unión Europea, el Eurydice, le da la razón: sólo el 40% de los universitarios tiene en España un trabajo acorde con su nivel de estudios.
En el caso de las mujeres, el caso se acentúa. Según un informe de la Comisión Europea estas cobran un 15% menos que los hombres por un mismo trabajo. Mar Delgado es una abogada mallorquina de 27 años que trabaja desde hace dos en un buffet de Barcelona. Su sueldo no llega ni a los 200 euros. “Con la excusa de la famosa pasantía, los despachos se nutren de jóvenes que trabajan gratuitamente. No hay derecho”, sentencia Mar. Además de trabajar, estudia un Master en la Universidad de Barcelona especializado en Derecho Penal. “Con la experiencia de estos años trabajando, más el master, espero que mi situación laboral cambie. En vez de ganar 200 euros ganaré 800”, comenta con ironía.
En esta situación, las expectativas de los jóvenes de superar en todo a sus padres se plantean bastante difíciles. Esto no les hace sentir fracasados. Pero si que les crea un cierto desánimo al no tener claro o desconocer cual es su objetivo o su futuro. Porque, conforme va cumpliendo años, el mileurista se va cargando de amargura.