Los grandes cruceros eligen Barcelona
Por Bernardo Bejarano, Carla Coolman y Marta Parreño
La capital catalana se ha convertido en poco tiempo en la puerta de entrada al Mediterráneo. Su variada oferta lúdico-cultural y su carácter cosmopolita la han convertido en polo de atracción para viajeros de todo el mundo, fenómeno que se vive de manera muy palpable en el Port de Barcelona, que el año pasado recibió más de un millón de pasajeros.
El boom turístico desatado a partir de las Olimpiadas de 1992 ha favorecido enormemente el tráfico de cruceros. Desde entonces se aprecia un notable crecimiento en el número de viajeros que visitan la ciudad y en la cantidad de barcos que paran en Barcelona, potenciado en los últimos años por el miedo a volar y a visitar los puertos de África y Oriente Próximo provocado por los atentados del 11 de septiembre del 2001.
Y la tendencia podría mantenerse. Según Teresa Calveras, jefe de prensa de la autoridad portuaria, se prevé que durante el 2006 se alcance la cifra récord de 1.400.000 pasajeros de cruceros, divididos en personas en tránsito y gente que embarca y desembarca en la
ciudad. “Para cualquier destino lo interesante es el pasajero de embarque-desembarque. Las 3.000 personas que bajan de un barco no pueden ir al aeropuerto y coger un avión el mismo día, así que muchos tienen que dormir en Barcelona y terminan haciendo excursiones, visitando museos y comiendo en restaurantes”, explica Sandra Yunta, responsable de cruceros del Port. Eso justifica que los cruceros ocupen la quinta parte de toda la línea de atraque disponible, a pesar de generar apenas el 5 por ciento de los ingresos del puerto (unos 6,5 millones de euros).
Según la autoridad portuaria, la ascendente trayectoria que han venido registrando podría prolongarse hasta el 2010, con un crecimiento anual del 10 por ciento. Sólo el año pasado, los beneficios crecieron un 56 por ciento y alcanzaron los 55,8 millones de euros.
El número de pasajeros de cruceros también aumentó. En el 2005 hubo 1.221.946, un 20 por ciento más que en el año anterior. Esto no es algo extraordinario, pues se trata de un mercado que está creciendo al mismo ritmo en todo el mundo, con excepción de Alaska, cuyas restricciones ambientales limitan la oferta. Por eso las cifras de la capital catalana todavía están muy lejos de las registradas en Miami, el primer destino de cruceros mundial, con casi tres millones de pasajeros por año. Lo que sí ha logrado la terminal barcelonesa es alcanzar la primera posición de Europa, seguida por las de Baleares, Génova y Venecia. Entre enero y noviembre del 2005 Barcelona acogió la llegada de 674 cruceros, frente a los 654 de Baleares.
Sus muelles han llegado a ser tan estratégicos que, por primera vez, los dos buques insignia de la compañía Cunard, el ‘Queen Elizabeth 2’ y el ‘Queen Mary 2’ (el crucero más grande del mundo con 345 metros de longitud y 72 de altura) coincidirán en ellos dentro de dos meses. A finales de enero, la emblemática naviera anunció que el ‘Queen Mary 2’ hará hasta cuatro travesías entre Barcelona y Nueva York. Para dar cabida al creciente número de pasajeros que usan el Port de Barcelona, la empresa Costa Cruceros, filial de la estadounidense Carnival Corporation, está realizando una importante inversión.
Tener prioridad de atraque y mejores servicios para sus clientes son factores que incentivan a los operadores particulares a invertir en instalaciones portuarias. De hecho, la infraestructura de cruceros de la capital catalana es manejada por una sociedad mixta: el 20 por ciento de las acciones pertenece al Port y el resto, a firmas privadas.
"Nuestra política es concesionarlo todo. Nos queda muy poco territorio operado por nosotros", explica Sandra Yunta. En el caso de la terminal Palacruceros, Costa invertirá 11 millones de euros a cambio de que sus buques y los de las otras 12 compañías del grupo Carnival disfruten de un uso preferencial durante 25 años.
Con una capacidad de 3.500 pasajeros, esta instalación de 10.000 metros cuadrados, muros de vidrio y techo ondulado estará situada en el Muelle Adosado, frente a otro de 300 metros de largo y 20 de ancho construido por el Port de Barcelona. Contará con espacios para equipajes, oficinas, salones y aparcamientos para autobuses.