Un comercio, dos generaciones y tres continentes

Por Sabrina Carrera Del Castillo,Carlos Carvallo y Eugenio Fernández

Casi cuarenta años después de su nacimiento, el comercio justo emprende una segunda etapa. Sin dejar de apoyar el desarrollo de organizaciones democráticas y no conforme con los efectos alcanzados en el tercer mundo, ahora algunos apuestan también por profundizar la actuación en casa de los ricos: del consumo solidario, pretenden pasar al consumo responsable e integral.
Cuenta Franz Van der Hof, el hombre que con Nico Rozen emprendió la primera iniciativa en la materia, que a mediados de los sesenta, en una población cercana a Tehuantepec, en México, un miembro de una organización cafetalera propuso una solución a la caída de los precios de los productos de la zona: “Si ustedes los que tienen dinero y son solidarios”, recuerda Franz, “pudieran pagarnos un poco más, entonces nos iría mejor a todos”. Comenzó así una aventura aparentemente absurda desde el punto de vista económico (¿Qué consumidor está dispuesto a pagar más?) pero que se ha demostrado muy exitosa: según la coordinadora de Organizaciones Certificadoras de Comercio Justo (FLO, por sus siglas en inglés)
operación ha beneficiado a cinco millones de personas en un millón de hogares y ha vinculado a medio millar de organizaciones de pequeños productores en tres continentes del tercer mundo con poco más de 600 iniciativas de comercialización en el mundo desarrollado.Su funcionamiento es conocido: un grupo de consumidores o una organización no gubernamental deciden sumarse al proyecto y ofrecen a otros la posibilidad de comprar artículos producidos por organizaciones democráticas de pequeños productores que respetan el medio ambiente, todo esto verificado por las FLO. Ésta fue la primera etapa, la de la construcción de la solidaridad a partir del consumo.Hoy, sin embargo, algunas organizaciones apuestan por ir más allá y llevar las metas del proyecto hasta la transformación integral del consumo. En Barcelona, una de las ciudades más solidarias en este aspecto, donde, por ejemplo, el café que se toma
en la Guardia Urbana, en las universidades, en el ayuntamiento y otros establecimientos públicos, es justo, conviven las dos posturas.Como explica Marion Guillon, de la Xarxa de Consum Solidari de Barcelona, “nosotros tenemos una concepción más integral del comercio justo. Para nosotros implica todos los eslabones de la cadena del comercio: no sólo el producto, sino el transporte, su transformación y el punto de venta final”.En consecuencia, si una parte de la cadena no es justa, el comercio entero deja de serlo. “Por eso nosotros nos oponemos a la venta en grandes superficies, porque ése comercio no es justo”.
Albert Albiac, responsable de comercio justo de Intermón Oxfam, no está tan seguro con este planteamiento tan radical. “El comercio justo nació para apoyar a las comunidades productoras en el tercer mundo, y vendiendo en los supermercados más gente puede comprar sus productos y echarles una mano. Lo demás es otra cuestión. Hay también algunos que no están tan de acuerdo con la entrada de las organizaciones certificadoras en España. Dicen que apoya “solamente a grandes organizaciones y cooperativas” y que deja de lado “a los pequeños productores”, pero nosotros pensamos que una cosa no quita la otra: Se puede comprar a los grupos que componen las FLO y comprar a los pequeños productores directamente, que de eso se trata”.
En la Xarxa, sin embargo, ven las cosas de otra forma. “En un sistema mundial como el que vivimos ahora, todo está relacionado: el comercio es justo si paga precios justos y apoya a las comunidades productoras, pero también si logra pasar por una cadena donde todos los procesos sean justos: desde su transporte al mundo desarrollado hasta su transformación, sea en el país de origen o sea en el de destino. Tenemos que construir un comercio integralmente sostenible”.
Sea como sea, el comercio justo sigue creciendo y evolucionando. Entre tanto, las dos posturas conviven en relativa paz. En mayo, por ejemplo, la Xarxa de Consum Solidari e Intermón-Oxfam organizarán juntos, y con otras organizaciones, la Feria del Comercio Justo en la Plaza de Catalunya.