El nuevo sueño americano
Por Zöe Marianna Ruderman, Paola Victorino y César Molinares Dueñas
Son colombianos que sueñan con una vida mejor.  Con más dinero y mejores oportunidades.  Con una vida ajena de la guerrilla y la droga.  Sobre todo sueñan con un país donde el arrancadero de alguien no necesariamente defina su fin.  Estos colombianos, en búsqueda del sueño, arriesgan su bienestar, dejan a sus familias y se embarcan en un viaje hacia “la tierra prometida”.  Pero su destino final no es EE.UU., el país que, durante años cautivó a los latinamericanos con su ilustre “sueño americano” de
una casa con una estacada cerca blanca.  Es España, que desde su boom económico en los años 80 y su afiliación con la Unión Europea, ha emergido como el nuevo “sueño americano” para millones de latinoamericanos. Cuando llegó a Barcelona, hace seis años, Alex Ruíz tenía 19 años y solo había terminado la secundaria en su natal Pereira en el eje cafetero. 
En Colombia ganaba un salario de 100 euros como mensajero en una fábrica de textiles, en España empezó a ganar 400 euros trabajando en el sector de la construcción. Ruíz es un de los 300 mil colombianos residentes en España que, cada mes, envia un porcentaje de su sueldo a Colombia.  “Cuando pasé los 800 euros mensuales, empecé a mandar dinero,” dice Ruíz, quien ahora gana mil euros y aún envia un tercio de su sueldo a su familia en Colombia. Un estudio de la Organización Internacional de las Migraciones reveló que miles de colombianos residentes en España envían al mes un promedio de 247 dólares de su sueldo a su país. Según estadísticas del Banco de la República de Colombia, en 2004 el país recibió 3.170 millones de  
dólares y casi un tercio de las remesas provenían de España. 
Este caso se ha convertido en el segundo renglón de divisas y de ingresos de los colombianos, solo superado por las exportaciones de petróleo, y por encima de exportaciones tradicionales como el café y el carbón. En Colombia, con la misma población que España, 44 millones de personas, y con la misma cantidad de desempleados, dos millones de personas, muchas familias dependen en buena medida de los giros de los colombianos en el exterior.  Una de las razones por la que miles de ellos dejan todo en su país para probar suerte en España es, que la renta per cápita en su territorio no supera los 2.500 dólares por año, frente a los 20 mil dólares que se perciben en promedio en España sugún cálculos del Instituto Nacional de Estadísticas de España (INE).  La población colombiana en este país se calcula en unos 100.000 habitantes, de los cuales 80 mil están regularizados.
Los colombianos son el segundo mayor grupo de extranjeros en este país, tras los ecuatorianos.
En Barcelona, una de las cuatro provincias con mayor cantidad de residentes colombianos, su presencia es más abrumadora en el sector laboral.  El Consulado Colombiano de Barcelona sostiene que la tasa de desempleo para este sector inmigrante en la ciudad es cero.  “Si preguntas a cualquier colombiano aquí si tiene trabajo y te contestará que sí,” dice el cónsul colombiano en Barcelona, Cristian Mejía Trujillo.  Así parece refendarlo el odontólogo Felipe Soto quien inmigró hace siete años y ahora es dueño de un restaurante colombiano y una clínica dental.  “El colombiano trabaja en lo que sea”.  Esta teoría la corrobora el hecho que Soto pase medio tiempo en su clínica y después se ponga el delantal para atender a sus clientes en el restaurante Frankachela, ubicado a un costado de la estación de trenes de Francia de Barceloneta.
Una de las razones del bajo porcentaje de colombianos sin empleo se debe a que están dispuestos a ganar dinero de cualquier trabajo con el fin de mandar una gran parte de su sueldo a su país de origen.  “Hay pueblos enteros allá que dependen de los que han venido aquí para trabajar,” explicó Soto a Mundet. En la ciudad, la mayoría de los colombianos se ganan la vida haciendo pequeños trabajos que no requieren ninguna formación educativa.  El principal sector de trabajo de la inmigración latinoamericana es en servicio doméstico, seguida de la construcción, comercio y hostelería. En muchos casos su principal dificultad es que tienen que competir con otros inmigrantes ilegales, que cobran menos por su trabajo. Además que en otras ocasiones se aprovechan de que no tienen papeles para trabajar y no les reconocen derechos laborales tan esenciales como la seguridad social.
También se conocen casos de profesionales de un alto nivel educativo que, ante la dificultad de conseguir papeles para poder trabajar en su oficio, optan por empleos menos capacitados como cuidar niños o ancianos, e incluso limpiar pisos.  Las centrales obreras consultados por Mundet coincidieron en señalar que la beuracraciá y la falta de agilidad desde la administración y las oficinas de extranjería en la gestión de los permisos, dificulta a los profesionales conseguir trabajo en su ramo.
En la mayoría de los casos el problema es conseguir una cita para legalizar su situación en España, después para resolver sus casos se pueden tardar de cuatro a seis meses.  En muchos casos conocidos esto puede durar casi un año. Ghassan Saliba Zeghondi, Secretario de las Comisiones Obreras de Cataluña, explica que, además de estas trabas los inmigrantes sufren muchos atropellos laborales.  “Cada día nuestros asesores laborales reciben quejas de inmigrantes de les pagan el finiquito, o en otros casos no les han pagado según el convenio, ni horas extras, o no le han pagado las vacaciones”, agrega Saliba. A estas dificultades se le suma que el costo de la vida en Barcelona le deje muy poco margen para ahorrar o enviarles dinero a sus familias en Colombia.  “La ciudad tiene la vivienda carísima y a la gente no les sale los números por culpa de la vivienda, luego cualquier cosa que vayas a hacer a la calle le cuesta dinero”, señala Laura Rojas, presidenta de las Asociaciones Americanas de Cataluña.  Para Ruíz esto es una realidad y a veces le cuesta reservar los 300 euros que envía a Colombia por el costo de vida de Barcelona.  La presión de sostener a su familia al otro lado del océano y a la vez mantenerse en una ciudad tan cara les obliga a entrar en trabajos ilegales.  Muchas mujeres se prostituyen y otros se dedican al narcotráfico.  Solo en el 2005 se detuvieron en España a 4.000 colombianos por cargos relacionados con drogas. Las dificultades son muchas para los colombianos que vienen a Barcelona para trabajar, pero la lucha y el trabajo duro parece formar una parte clave de este sueño.  Incluso algunos deciden no solamente trabajar aquí, sino también hacer raíces en la ciudad con el fin de reagrupar su familia.  “A pesar de los trabajos de bajo nivel que consiga”, explica Rojas, “puede ofrecerle a su familia una mejor calidad de vida, gozar de mejores servicios  como la sanidad, la educación y programas sociales.  Servicios que en su país tendría que desembolsar la mayor parte de su sueldo en ello”.  Sin embargo, al darse cuenta de que más dinero no necesariamente significa una vida mejor, muchos colombianos sueñan, no con una casa y su estacada cerca blanca, sino con, algún día regresar a su tierra natal.